Razones y Proporciones

La intención del Fed de corregir sus errores

La claridad de los mensajes constituye una condición indispensable para la efectividad monetaria, pero puede resultar contraproducente si no se acompaña de acciones.

El Simposio de Política Económica de Jackson Hole es una conferencia de banca central que se realiza cada agosto en esa localidad del estado de Wyoming, en Estados Unidos. Desde hace tiempo, los programas han incluido la participación, como expositor, del presidente del Banco de la Reserva Federal (Fed) de ese país, la cual tradicionalmente ha atraído una considerable atención por sus posibles implicaciones sobre la economía.

En la reunión del presente año, llevada a cabo el fin de semana pasado, el actual presidente del Fed, Jerome Powell, ofreció un discurso inusualmente breve y directo. En esencia, señaló que ese banco central está enfocado a regresar la inflación a la meta de 2.0 por ciento, lo cual tomará tiempo y requiere la utilización “con fuerza” de sus herramientas, a fin de moderar la demanda agregada.

En su opinión, este esfuerzo probablemente necesitará “un periodo sostenido de crecimiento por debajo de la tendencia”, cuyas repercusiones significarán “dolor” para las familias y los negocios.

Powell destacó tres lecciones de la historia del Fed: los bancos centrales pueden y deben tomar la responsabilidad de entregar una inflación baja y estable; las expectativas del público pueden jugar un importante papel en la evolución de la inflación; y el Fed debe perseverar hasta concluir la tarea.

El discurso de Powell fue informativo porque comunicó, con una claridad mayor a la acostumbrada, la determinación de ese banco central de combatir la inflación. Al parecer, sus palabras buscaron enmendar, en parte, tres errores en los que, de forma reiterada, ha incurrido el Fed durante los dos años recientes, los cuales posiblemente han debilitado la credibilidad de la estrategia monetaria.

El primer desacierto consistió en la prolongada subestimación del riesgo de inflación. En la reunión de Jackson Hole del año pasado, este banquero central defendió ampliamente esa interpretación, al dedicar la mayor parte de su ponencia a persuadir al auditorio, mediante diversos indicadores, de que la inflación sería un fenómeno transitorio, derivado de las insuficiencias y los “cuellos de botella” resultantes de la apertura de la economía y las secuelas de la pandemia.

El segundo desacierto radicó en la inclinación a no adoptar una postura preventiva ante el agravamiento inflacionario. A pesar de la dificultad de distinguir entre alzas transitorias y duraderas de inflación, por mucho tiempo el Fed prefirió errar del lado expansivo que del restrictivo de la política monetaria. En la mencionada conferencia de 2021, Powell argumentó que apretar la política monetaria ante factores que consideraba temporales sería una “equivocación particularmente dañina.”

El tercer desacierto residió en la ambigüedad de los mensajes sobre la posible intensidad del apretamiento monetario iniciado en marzo de 2022. En sus recientes conferencias de prensa, Powell insistió en el deseo del Fed de ajustar la política monetaria procurando, al mismo tiempo, un “aterrizaje suave” de la economía.

Además, según la correspondiente minuta, en la reunión monetaria de julio pasado, muchos participantes mencionaron el riesgo de que el Comité Federal de Mercado Abierto apretara su postura “más de lo necesario.” Estas y otras señales fueron interpretadas por muchos como la posibilidad de que el Fed detendría el ajuste y hasta lo revertiría ante un significativo debilitamiento económico.

Para afianzar la credibilidad de su compromiso con la estabilidad de los precios, el Fed tiene frente a sí varios trabajos pendientes.

Desde luego, el más inmediato consiste en llevar a la práctica lo expuesto por su presidente. La claridad de los mensajes constituye una condición indispensable para la efectividad monetaria, pero puede resultar contraproducente si no se acompaña de acciones. La vuelta a los condicionamientos en la lucha contra la inflación exacerbaría el problema, implicando la necesidad de ajustes más severos en el futuro.

Asimismo, el Fed debería dar una explicación sobre por qué cayó en los errores mencionados. Una omisión notable en sus diagnósticos ha sido el papel que en la inflación han tenido la extraordinaria laxitud de su política monetaria, así como la monetización de gran parte de los elevados déficits fiscales de 2020 y 2021.

Finalmente, ese banco central necesita revisar a fondo la estrategia vigente de largo plazo de la política monetaria, que Powell presentó en el simposio de 2020. La prioridad y amplificación del objetivo de máximo empleo y la intención de producir inflación por arriba del objetivo de 2.0 por ciento, contenidos en ese marco, contribuyen a explicar la lenta respuesta del Fed. Su permanencia añade confusión y puede interferir con la intención anunciada de combatir la inflación, esta vez, sin reservas.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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