Razones y Proporciones

El modesto progreso económico de México

De 1982 a 2023, el ritmo de aumento promedio anual del PIB por habitante, en pesos constantes, fue 0.5%, que puede calificarse, por decir lo menos, como modesto.

El PIB por habitante o per cápita es un indicador básico utilizado por los economistas para medir la prosperidad media de la población de un país. Aunque no contiene todos los posibles determinantes del bienestar, representa una condición para conseguir muchos de ellos. Además, su metodología, ampliamente aceptada, permite realizar comparaciones internacionales sobre el desarrollo alcanzado en períodos largos.

En estos términos, durante los últimos cuarenta años, México ha exhibido un avance que puede calificarse, por decir lo menos, como modesto. Según cifras del Banco Mundial, de 1982 a 2023, el ritmo de aumento promedio anual del PIB por habitante, en pesos constantes, fue 0.5 por ciento.

Esta evolución resulta decepcionante si se confronta con la de dos países. Durante igual lapso, en sus respectivas monedas constantes, la expansión anual promedio del PIB per cápita de Estados Unidos, economía madura y principal “socio comercial” de México, fue 1.8 por ciento, mientras que la de Corea del Sur, que en 1980 era menos desarrollada que nuestro país, alcanzó 5.1 por ciento.

La implicación de estas discrepancias en las posibilidades de progreso es asombrosa. Cálculos simples revelan que, de continuar con el mencionado ritmo de crecimiento, le tomaría a México un total de 142 años para doblar el nivel real de ingreso medio de 1982. En contraste, sus respectivas tasas de avance han permitido a Estados Unidos doblar su PIB por habitante en 39 años, prácticamente el periodo contemplado, mientras que Corea lo ha logrado cada 14 años, casi tres veces durante ese lapso.

Dos conclusiones inmediatas de estos cálculos son relevantes. Primera, lejos de acercarse a los niveles de desarrollo de los países ricos, como Estados Unidos, México se ha alejado de ellos. Segunda, hay naciones, como Corea del Sur, que no hace mucho tiempo eran más pobres que nuestro país y actualmente se encuentran dentro de las economías avanzadas. Ambas observaciones apuntan a que México ha renunciado a estándares de vida superiores.

Obviamente, la pregunta más importante consiste en por qué México se ha quedado rezagado en la carrera larga del progreso. La respuesta resulta complicada porque, seguramente, no existe una explicación sencilla ni un solo factor determinante. Sin embargo, algunas pistas de problemas pueden derivarse de las características de la trayectoria propia del PIB por habitante.

Más que por su tendencia ascendente, la evolución del PIB per cápita de México se ha caracterizado por su inestabilidad. En particular, este indicador se ha contraído durante cinco períodos, cuyos picos, ordenados de mayor a menor profundidad en el descenso total, han sido 1981, 2018, 1994, 2008 y 2000.

Si bien algunas reducciones fueron propiciadas por factores externos, como el desplome de los precios del petróleo y el incremento de las tasas de interés internacionales en 1982, la pandemia del Covid-19, y la debacle financiera global, su grado ha sido significativamente mayor que el del promedio de las economías emergentes. Ello ha confirmado la fragilidad productiva de la economía mexicana frente a los choques externos y la ausencia de medidas contundentes para atenuarlos.

Mas importante, varias contracciones fueron causadas principalmente por un manejo irresponsable de las políticas fiscal y monetaria, como fueron los casos de las crisis de 1982 y 1995.

Además, excepto por esta última, las recuperaciones han sido lentas. Entre los mayores descensos, los episodios más frustrantes han sido los trece años que tomó el PIB per cápita para recuperar el nivel de 1981 y los más de cuatro años en que aún no llega al de 2018.

Incluso, la reanimación más acelerada del periodo, la cual se observó en 1996-2000, apoyada, en gran medida, por el inicio del TLCAN, no ocurrió a una velocidad comparativamente espectacular. Durante esos cinco años, la tasa media de ensanchamiento del PIB per cápita fue 3.5 por ciento, 1.6 puntos porcentuales por debajo del referido ritmo promedio de Corea del Sur en los últimos cuarenta años.

En suma, en las cuatro décadas recientes, una cuarta parte del tiempo, México ha estado en “recesión”, definida esta última, según lo hace el Banco Mundial, como años en que el PIB per cápita ha registrado disminuciones.

Desde luego, además de la inestabilidad causada por la aplicación inadecuada de las políticas fiscal y monetaria, seguramente otros elementos “institucionales” han contribuido a limitar el avance en el bienestar social de México. Por su probable impacto, podrían destacar la ausencia de un Estado de derecho, la inseguridad púbica, un marco regulatorio y tributario adverso a los negocios y, en especial, un pésimo sistema educativo que ha restringido la movilidad social y el aprovechamiento del “bono demográfico” del país.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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