Razones y Proporciones

La baja de la tasa de referencia del Banxico

Está claro que nadie conoce el futuro, incluyendo a los miembros de la JG del Banxico, pero la evaluación holgada sobre la trayectoria esperada de la inflación dista de ser cauta.

El 21 de marzo pasado, la Junta de Gobierno (JG) del Banco de México (Banxico) determinó, por mayoría, reducir en 25 puntos base el objetivo de su tasa de interés de referencia, para dejarlo en 11.00 por ciento. En el anuncio correspondiente, la JG justificó su decisión con base en la reducción alcanzada de la inflación y sus expectativas.

La resolución monetaria presenta varias fragilidades. La primera consiste en la aparente ausencia de preocupación sobre el nivel actual de la inflación. La JG supo que la inflación anual fue 4.4 por ciento en febrero de 2024 y la información dada a conocer ayer confirmó que ésta no cedió en marzo. La falta de un pronunciamiento institucional sobre la inflación presente no abona a la confianza del público de que el Banxico la considera alta y no la tolerará.

Una segunda debilidad reside en la perspectiva, compartida por la mayoría de los miembros de la JG, de que la reducción adicional de la inflación está casi asegurada. Esta visión se deriva no sólo de los sucesivos pronósticos inflacionarios del Banxico, que aunque con frecuencia se han revisado al alza, siempre han proyectado un eventual acercamiento a la meta.

La tranquilidad sobre el futuro de la inflación se reflejó, principalmente, en las opiniones vertidas, según la minuta, por varios miembros de la JG. Entre otros aspectos, señalaron que el sesgo al alza del balance de riesgos significa que “la inflación podría descender más lentamente de lo previsto”, pero no que aumente; que la persistencia de la inflación de servicios no refleja presiones de demanda sino la “reversión de los patrones de consumo”, como si éste no fuere parte de la demanda; y que los riesgos inflacionarios son menores que antes.

Desde luego, nadie conoce el futuro, incluyendo los miembros de la JG del Banxico. Sin embargo, la evaluación holgada de este banco central sobre la trayectoria esperada de la inflación dista de ser cauta.

Durante los últimos siete meses, la inflación general se ha estancado en un promedio de 4.5 por ciento y, durante los últimos diez meses, la inflación subyacente de servicios se ha mantenido rígida en aproximadamente 5.3 por ciento.

Además, tanto las expectativas de inflación de los especialistas en economía como las extraídas de los instrumentos de mercado continúan por arriba de las de este banco central y, en ningún horizonte, coinciden con el objetivo de 3.0 por ciento. A pesar de ello, en ambos casos, se espera un aflojamiento de la política monetaria en los próximos meses.

Al parecer, nadie considera que el Banxico está comprometido, en la práctica, con el objetivo. Lo sorprendente es que el banco central no busque hacer algo para corregir el supuesto error del público. Curiosamente, desde 2023, las previsiones del Banxico han redefinido la convergencia esperada en 3.1 por ciento, en lugar del objetivo.

Una tercera fragilidad estriba en las justificaciones de varios miembros de la JG para reducir la tasa de referencia. Por ejemplo, según la minuta, un participante adujo que “la tasa real en relación con la brecha inflacionaria es más alta que en la mayoría de las economías emergentes”, como si tal comparación sirviera para bajar la inflación en México.

Otro miembro argumentó que la tasa de interés real ex ante se mantiene dentro de un intervalo adecuado fijo, como si fuera posible estar seguros de tal adecuación. Asimismo, sostuvo que se decidió con independencia del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), considerando el diferencial de tasas con ese país, como si ese diferencial se calculara sin tener en cuenta al Fed.

Tal vez la justificación más endeble consistió en la insistencia de la mayoría de los miembros de la JG de que el recorte de la tasa de referencia no representa el inicio de un ciclo de bajas. La contradicción es evidente si se tiene en cuenta que la mayoría de los participantes sólo previó recortes y no alzas, sostuvo que ésos dependerían de la evaluación de datos en cada reunión, y serían graduales. En el extremo, un miembro de la JG, a pesar de que listó seis razones para no iniciar un ciclo de disminuciones, apoyó la baja de la tasa de referencia, y argumentó que “antes de realizar un ajuste adicional debe contarse con mayor certidumbre.”

Sólo la subgobernadora que disintió, mediante su voto a favor de no recortar la tasa, demostró una actitud efectiva de cautela, al reconocer, entre otros problemas, la distancia de la inflación respecto a la meta, el riesgo de que las presiones de demanda hagan revertir la inflación, y la posibilidad de que la baja de la tasa se interprete como tolerancia inflacionaria.

Convendría que el Banxico mostrara más rechazo a la inflación elevada, enfatizara que el avance desinflacionario no está asegurado y aplicara su política monetaria demostrando que su verdadero compromiso es con el objetivo, no con el instrumento.

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