Razones y Proporciones

Avance del daño económico del coronavirus

La información disponible sugiere que el impacto de la pandemia podría ser más prolongado en México que en Estados Unidos.

La presente recesión se ha derivado primordialmente de las medidas de aislamiento social, confinamiento y cierres de negocios adoptadas por los países para restringir el contagio del Covid-19. Este efecto se ha amplificado porque la pandemia ha afectado a muchas naciones de forma casi simultánea y ha perturbado las cadenas globales de suministro.

El impacto ha sido más grave entre más estrictas han resultado las medidas aplicadas. Gran parte de las naciones implantaron acciones severas durante marzo y abril, seguidas de una flexibilización gradual, por lo que es esperable que el mayor daño haya ocurrido durante esos meses.

Las cifras disponibles a mediados de 2020 permiten corroborar ese patrón en Estados Unidos. La Oficina Nacional de Investigación Económica, encargada de definir las fechas de los ciclos económicos, identificó febrero de 2020 como el final de la más larga expansión de que se tenga registro y el inicio de la recesión. Ello sugiere que la debilidad productiva empezó con claridad en marzo.

El informe final del PIB revela que, durante el primer trimestre de 2020, este indicador se redujo cinco por ciento a tasa anualizada, lo cual contrasta con los ritmos superiores a dos por ciento observados durante el cuarto trimestre de 2019 y todo ese año.

Por su ponderación, el componente más significativo fue la caída del consumo privado y, en segundo lugar, la de la inversión privada. Las exportaciones netas mostraron una contribución positiva, al disminuir con mayor fuerza las importaciones que las exportaciones.

Los indicadores oportunos sugieren que el consumo privado alcanzó su mayor debilidad en abril. Las ventas al menudeo registraron contracciones mensuales cada vez mayores de febrero a este mes y un fuerte repunte en mayo, si bien aún no alcanzan el nivel previo a la crisis. Además, los índices de confianza del consumidor se recuperaron moderadamente durante mayo y junio, compensando parte de la caída de los dos meses previos.

Algo semejante podría haber ocurrido con la inversión privada. Los índices de gerentes de compras de los sectores manufacturero y no manufacturero mostraron aumentos en mayo y junio que contrarrestaron, en buena medida, los descensos de los tres meses previos. Asimismo, el inicio de casas habitación registró reducciones mensuales cada vez mayores de febrero a abril, y un ligero aumento en mayo.

Finalmente, el empleo parece haber seguido una trayectoria similar. La nómina no agrícola aumentó en mayo, revirtiendo en parte las disminuciones en ascenso de los dos meses anteriores, y la tasa de desempleo se redujo 1.4 puntos porcentuales en mayo respecto al máximo de 14.7 de abril.

Si bien, dada su elevada integración, es posible que la economía mexicana haya seguido un patrón semejante al de Estados Unidos, los datos publicados no permiten confirmarlo.

Durante el primer trimestre de 2020 el PIB se redujo 4.9 por ciento a tasa anualizada. También la mayor contribución correspondió a la contracción del consumo privado y, luego, a la de la inversión privada. Las exportaciones netas exhibieron una aportación positiva, en este caso porque las exportaciones aumentaron y las importaciones disminuyeron.

El PIB había descendido en cinco de los siete trimestres previos, por lo que el brote de la pandemia sorprendió a la economía mexicana en una situación de larga debilidad. El IGAE mensual revela caídas cada vez más pronunciadas de febrero a abril.

En principio, no puede descartarse que el choque más severo sobre el consumo haya ocurrido en el cuarto mes del año, como lo sugieren las ventas de la ANTAD que aumentaron en mayo, después de un estancamiento en marzo y un desplome espectacular en abril.

Sin embargo, no es posible inferir un cambio a la tendencia decreciente que, desde el segundo trimestre de 2018, ha mostrado la inversión privada. En particular, el Indicador de Pedidos Manufactureros mostró descensos crecientes de febrero a abril y una contracción adicional en mayo.

Asimismo, las exportaciones y las importaciones totales cayeron a tasas mensuales cada vez más significativas en marzo y abril, y siguieron disminuyendo en mayo. A diferencia de Estados Unidos, no ha habido una recuperación del empleo ya que el número de plazas afiliadas al IMSS mostró considerables reducciones de marzo a mayo.

La información disponible sugiere que el impacto de la pandemia podría ser más prolongado en México que en Estados Unidos. Si bien en ese país han surgido recientes rebrotes de contagio, nuestra curva epidemiológica no ha cedido ni transitoriamente, lo cual acrecienta los riesgos de revertir la reapertura de las actividades productivas.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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