Razones y Proporciones

El decreciente atractivo financiero de México

La salida de capitales de México podría exacerbarse si se materializa la expectativa de una pérdida del grado de inversión de la deuda soberana.

El brote del Covid-19 y la falta de certeza sobre su impacto generó, entre otros efectos, un considerable incremento en la aversión al riesgo en los mercados financieros internacionales.

En términos simples, la aversión al riesgo puede describirse como el grado en que los ahorradores rechazan algunas inversiones que, aunque puedan resultar muy rentables, implican cierta probabilidad de pérdidas. Tal actitud difiere entre los individuos, pero tiende a acrecentarse, en general, entre mayor sea la incertidumbre.

Así, durante marzo y abril del presente año, el súbito incremento de los temores sobre la pandemia propició cambios sustanciales en las carteras de los ahorradores internacionales, a favor de activos considerados seguros, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos, en sustitución de inversiones más riesgosas, como las acciones y los instrumentos de deuda de mercados emergentes. Desde entonces, estos ajustes han continuado, si bien con un vigor cada vez menor.

Como consecuencia, las economías emergentes han registrado salidas de inversiones de cartera cuya magnitud y celeridad no tienen precedente, superando incluso las observadas en la gran crisis financiera global.

México no se ha sustraído de ese fenómeno. Por su importancia, destaca el efecto sobre el mercado de valores gubernamentales denominados en pesos, en el cual la participación de los ahorradores no residentes ha sido una de las más elevadas internacionalmente.

Específicamente, de marzo a septiembre, la salida de estos valores por parte de no residentes ascendió a casi 378 mil millones de pesos (16.7 mil millones de dólares al tipo de cambio promedio), lo que representó una contracción de más de 17 por ciento.

En términos de montos, la mayor huida ocurrió en los Bonos M, que son instrumentos a tasa fija emitidos a largo plazo, donde se concentra casi 90 por ciento de las inversiones de los no residentes. En mucho menor medida, el éxodo incluyó también los Cetes, los cuales son valores de corto plazo que representan casi la totalidad del resto de las inversiones.

Lo anterior revela que los flujos negativos afectaron notablemente las posiciones de largo plazo y no parecen tener sólo un carácter especulativo, el cual se vería reflejado en una reducción principalmente de Cetes.

La salida de capitales durante 2020 ha profundizado la tendencia, observada en años recientes, de declive de México como imán financiero, medido como la razón de valores gubernamentales en pesos en manos de no residentes al total en circulación.

En la evolución de esta proporción pueden distinguirse tres etapas. La primera fue de ascenso casi continuo y comprendió de finales de 2009 a mediados de 2013, periodo en que la referida razón pasó aproximadamente de 11 por ciento a 37 por ciento.

El segundo lapso se caracterizó por una relativa estabilidad y se extendió de mediados de 2013 hasta mediados de 2015, cuando las tenencias de no residentes se mantuvieron alrededor de 37 por ciento.

La tercera fase ha sido de descenso, con volatilidad, y abarca de mediados de 2015 a la fecha, cuando la inversión de no residentes bajó de un promedio de 37 por ciento a poco más de 22 por ciento en septiembre de 2020.

A grandes rasgos, estas etapas se han observado en otros mercados emergentes, por lo que es posible que sus principales causas sean, también, globales. Los estudios empíricos destacan, entre otros, dos factores explicativos: uno negativo, que es la mencionada aversión al riesgo, y otro positivo, que es la diferencia de las tasas de interés internas respecto de las externas.

Este último elemento, comúnmente referido como 'acarreo', consistente en la posibilidad de pedir prestado en la divisa de menor tasa de interés para invertir en la de mayor tasa, parece jugar un papel crucial en la formación de las etapas.

Específicamente, la primera fase coincide con el extraordinario relajamiento monetario de las economías avanzadas; la segunda concuerda con la espera de la normalización de la política monetaria a partir de un discurso del entonces presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, cuya reacción en los mercados fue conocida como taper tantrum; y la actual arrancó con la expectativa de incrementos de tasas de interés de referencia en ese país, que de hecho iniciaron a finales de 2015.

A los factores globales mencionados pueden sumarse los internos, entre los que sobresalen las perspectivas de debilidad fiscal. La salida de capitales de México, durante este año derivada principalmente de la incertidumbre sobre el Covid-19, podría exacerbarse si se materializa la expectativa de una pérdida del grado de inversión de la deuda soberana.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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