Razones y Proporciones

La limitada vacunación contra Covid-19 en México

La escasa importancia del gobierno federal al Covid-19 y las limitaciones en la vacunación implican costos sociales significativos.

La campaña de vacunación del Covid-19 llevada a cabo desde diciembre pasado por el gobierno en México ha mostrado serias deficiencias. La limitación más evidente ha sido su lento despliegue y su reducido alcance demográfico.

La información disponible a finales de febrero revela que el número de individuos que han recibido por lo menos una dosis de la vacuna en el país suma poco menos de un millón 890 mil, lo cual representa 1.5 por ciento de la población.

Esta proporción resulta inferior a la del mundo y es la tercera más baja dentro de la veintena de naciones que cuentan al menos con un millón de personas inyectadas, superando solo a Indonesia e India.

En este último grupo, destaca la cobertura de la población vacunada de Israel, Reino Unido, Chile y Estados Unidos, cuyos porcentajes, a la misma fecha, ascendieron a 54.6, 29.6, 17.3 y 14.9 por ciento, respectivamente.

Sin duda, la superioridad en la vacunación de esos países obedece a múltiples causas. Sin embargo, dos factores comunes sobresalen.

El primero consiste en la importancia que esas naciones otorgaron oportunamente a la obtención de los medicamentos. En Estados Unidos y el Reino Unido, la estrategia involucró el financiamiento del gobierno y su asociación en el desarrollo de las vacunas, a cambio de lo cual obtuvieron una ventaja en el aseguramiento de los suministros.

En contraste, el tino de Israel y Chile se basó en concertar acuerdos con las farmacéuticas en los primeros meses de la pandemia y dedicar suficientes recursos fiscales para respaldarlos. Su avance relativo no ha ocurrido simplemente 'por ser chicos', es decir, por contar con una baja población. Por ejemplo, el correspondiente número de personas vacunadas en Israel y Chile equivale a 2.5 y 1.8 veces el alcanzado en México.

El segundo factor común de éxito ha sido una distribución ágil de inoculaciones, sustentada en sistemas de salud bien organizados, así como planes de ordenamiento que exhiben racionalidad sanitaria y se cumplen.

Por desgracia, en estos y otros aspectos, la vacunación en México ha mostrado debilidades.

Si bien la información sobre los acuerdos con los fabricantes se ha mantenido reservada, puede inferirse que la táctica de la administración para la adquisición de vacunas ha sido tardía y exigua, como lo sugieren los siguientes datos.

Desde el inicio, el gobierno federal ha minimizado los peligros y las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Por ello, la respuesta en materia de gasto en salud ha sido modesta, lo que aparentemente se ha extendido a las vacunas.

Concretamente, en el Presupuesto de 2021 no se incluyó una partida específica para la compra de esos insumos. Además, el cálculo de erogaciones para ese propósito, que reveló de manera informal la SHCP, parece insuficiente para abarcar al menos a 70 por ciento de la población y así alcanzar la 'inmunidad de rebaño'.

Probablemente el gobierno espera obtener vacunas de mínimo precio, a medida que estén disponibles, así como solicitar subvenciones a los países productores. Las dosis limitadas recibidas hasta ahora de diversas naciones parecen incluir un componente de donación.

Con mucho, las fallas más profundas se han observado en el proceso de distribución, el cual ha sido arbitrario e ineficiente.

Aunque el gobierno federal ha publicado un calendario de etapas por grupos poblacionales priorizados, en la práctica han prevalecido la discrecionalidad y los ajustes. Por ejemplo, a pesar de que el personal de salud se considera de la mayor prelación, en gran medida se ha ignorado al que trabaja en hospitales y clínicas privadas, en ocasiones dando preferencia a profesores y otros colaboradores del gobierno.

Asimismo, la asignación se ha concentrado en las zonas rurales, donde el contagio es muy bajo, por lo que el esfuerzo no refleja primordialmente objetivos de salud pública.

Al mismo tiempo, la ejecución del programa se basa en 'brigadas', integradas mayormente por personal no médico, cuyas funciones de acopio de información personal y promoción política resultan fuera de lugar en la tarea de vacunación. Además, la atención requiere que las personas hagan fila por muchas horas, a riesgo de que, sin advertencia, los medicamentos se agoten antes de su turno.

La escasa importancia del gobierno federal al Covid-19 y las limitaciones en la vacunación implican costos sociales significativos, incluyendo enfermedades, muertes y cierre de actividades que podrían ser evitados. La administración debería aceptar que el problema más grave de México hoy es la pandemia, y actuar en consecuencia.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y escritor del libro Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006) .

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