Razones y Proporciones

Política monetaria ante riesgos de estanflación

En la actual coyuntura de debilitamiento económico es crucial la reafirmación del compromiso del Banco de México con la estabilidad de los precios.

Durante los cuatro años recientes, la economía mexicana ha exhibido un debilitamiento casi continuo, el cual se ha acentuado en últimas fechas. En particular, el crecimiento anual del PIB, ajustado por estacionalidad, pasó de 4.0% en el tercer trimestre de 2015 a 0.2% en el primer trimestre de 2019, según la estimación oportuna.

Si bien la prolongada pérdida de vigor ha abarcado varios componentes de la actividad económica, con mucho, dos han sido sus principales elementos, los cuales parecen reflejo uno del otro.

Específicamente, desde mediados de 2014, el dinamismo industrial anual se redujo drásticamente hasta volverse negativo dos años después. A partir de entonces, ha predominado el estancamiento, con caídas en los últimos dos trimestres.

Asimismo, desde la segunda mitad de 2015, la inversión fija bruta se ralentizó de forma notable, hasta achicarse casi ininterrumpidamente desde mediados del año siguiente.

Un elemento central que contribuye a explicar la debilidad durante 2015-2016 es la caída de los precios internacionales de las materias primas y, en especial, de los hidrocarburos. Las menores cotizaciones del petróleo se tradujeron en una contracción industrial en Estados Unidos, la cual, dada la estrecha asociación económica entre ambas naciones, frenó la producción y las exportaciones manufactureras de nuestro país.

No obstante, comenzando en 2017, se revirtieron las tendencias industriales estadounidenses, lo que ha permitido una revigorización de las ventas externas de México. De ahí que, especialmente en los últimos dos años, la desaceleración económica encuentre sus raíces primordialmente en componentes internos.

En particular, la declinación industrial reciente revela la profundización de la caída en la extracción de petróleo, la cual ha ido de la mano de una menor inversión pública. El desplome petrolero contrasta con el actual auge de ese sector en Estados Unidos.

Conjuntamente con la atonía de la inversión privada, desde inicios de 2017, el consumo privado y los servicios, que son los dos motores más importantes de la demanda y la oferta agregadas, han menguado su fuerza.

No es posible identificar con certeza las causas principales del debilitamiento cercano. Sin embargo, la mayor incertidumbre en materia de política económica podría estar jugando un papel relevante.

En concreto, durante los últimos dos estos años han prevalecido las dudas sobre el futuro de las relaciones económicas de México con Estados Unidos. Entre otras razones, estas han provenido de las reiteradas amenazas de ese gobierno a nuestro país en diversas materias y su postura abiertamente proteccionista en la renegociación del TLCAN.

Por su parte, la nueva administración en México ha aplicado varias medidas controversiales, dentro de las cuales sobresale la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que han dañado la confianza de los inversionistas.

El crecimiento anual del PIB durante el primer trimestre de 2019 ha resultado el más bajo desde el cuarto trimestre de 2009. Algunos factores temporales podrían haber empujado el descenso, tales como el desabasto provocado de la gasolina, la obstrucción de las vías férreas por parte de las fuerzas sindicales y las huelgas en el Norte del país. No obstante, no parece probable una mejoría del ambiente de los negocios en el futuro próximo.

Al mismo tiempo, se han extendido las presiones inflacionarias. Específicamente, en 26 de los últimos 28 meses, la inflación anual se ha situado por encima del intervalo de variabilidad en torno al objetivo del Banco de México de 3%. En las únicas dos excepciones, esta variable coincidió o estuvo cerca de la cota superior del rango.

Más aún, en abril pasado, la inflación general repuntó notoriamente y su componente subyacente superó el de igual mes del año anterior. La terquedad de la inflación hace poco convincente recurrir a explicaciones circulares, basadas reiteradamente en factores transitorios.

La realidad es que México se encuentra cerca de una estanflación, definida como una situación de estancamiento económico con considerables alzas de precios. Además, predominan los riesgos a la baja para el crecimiento económico y no luce cercana la convergencia de la inflación al objetivo.

En este contexto, es crucial la reafirmación del compromiso del Banco de México con la estabilidad de los precios. Buscar contrarrestar la debilidad productiva con un aflojamiento de la postura monetaria no desaparecería las causas del deterioro y correría el riesgo de mermar la credibilidad de la meta.

Exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006)

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