Ghaleb Krame vive en una de las ciudades más seguras del mundo: Abu Dabi. Es asesor del gobierno de los Emiratos Árabes en proyectos especiales relacionados con inteligencia artificial y modelos policiales. En la academia gubernamental, forma policías y militares que comparten un mismo ethos institucional. “Soy un híbrido entre académico y policía de campo, pero soy más un hombre de acción”.
Su padre, un ingeniero geólogo de origen libanés nacido en México, se casó con una mujer libanesa y tuvieron dos hijos. Ambos se criaron en un ambiente bicultural hasta que su madre murió de manera repentina, casi dos décadas después. La familia viajó a Líbano para enterrar a su madre, cuando el Ejército israelí bombardeó Beirut. Sólo era posible –y peligroso– salir en barco a través de Chipre, así que los muchachos, de 13 y 17 años, se quedaron a terminar sus estudios en Líbano.
En ese ambiente guerra, Kahleb Krame se empecinó en comprender los porqués de la guerra, el valor de la vida humana y se hizo otras preguntas. Al concluir los estudios intermedios en la American Community School of Beirut, volvió a México en una condición económica comprometida, pues su padre había perdido los bienes de la familia, invertidos en negocios fallidos. El muchacho dio clases de inglés en Berlitz e ingresó al CIDE, donde estudió Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Denise Maerker, Jorge Chabat y Jean Meyer fueron algunos de sus profesores.
Al terminar la licenciatura, se fue becado a la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, para la maestría en Política Económica Internacional. El interés de Kramer era el financiamiento de grupos terroristas. Su tesis, sobre la hegemonía americana, apareció en mal momento, poco después del atentado contra las Torres Gemelas, pero aportó una base de datos de todas las guerras –tradicionales y paramilitares– que había emprendido Estados Unidos, una nación altamente beligerante. La tesis ganó el premio de la British International Association y Sheffield le ofreció otra beca para estudiar el doctorado. Krame se especializó en seguridad internacional y como parte de su trabajo de campo entrevistó a Richard Perle, autor de An End to Evil: How to Win the War on Terror, a otros neoconservatives y a distintos colaboradores de Condoleezza Rice y de Colin Powell.
En 2006, de regreso a México, Krame estuvo desempleado, hasta que su exprofesor Chabat le habla sobre el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el que ayudó a realizar el diseño estructural del Sistema Nacional de Seguridad Pública, lo mismo que los primeros exámenes de control y confianza que se aplicaron en nuestro país. Después abrió una consultora que no prosperó, pero por medio de ella conoció al gobernador Fidel Herrera y se mudó a Veracruz para reformar y modernizar a las policías. Se encargó de la Secretaría Ejecutiva del Programa Nacional para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia en el estado. “Fuimos la primera policía que dio pláticas de prevención y creó redes de inteligencia con las iglesias. No teníamos tecnología y la generación de inteligencia era pésima. Contratamos universitarios para generar confianza y concebimos la primera policía de prevención de Veracruz”.
En Colima, que entonces era primer lugar de homicidios dolosos del país (durante el sexenio del gobernador Ignacio Peralta), Krame fue nombrado subsecretario de Prevención. Escaso de dinero, el estado acordó generar policías nuevas y confiables en conjunto con las empresas, para elevar el sueldo policial, que se compensaba con la nómina del narco. “Redujimos la tasa de delitos del fuero común, pero sobre todo dignificamos al policía”, sostiene.
La siguiente parada fue Tamaulipas. Trabajó como coordinador de asesores hasta que fue acribillado el subsecretario de Readaptación Social en un restaurante. Krame ocupó de manera provisional el puesto del funcionario y unos días después hubo un motín en el penal de Reynosa. “Me puse el chaleco antibalas, las botas y me fui. Elaboré el protocolo de coordinación, pero no me contestó ni la Marina ni el Ejército. Ya teníamos bajas importantes. Hablé con Renato Sales, el comisionado nacional de Seguridad Pública, y mandó a la Policía Federal. Luego entraron Ejército y Marina y recuperamos el control del penal, pero vi a muchos compañeros fallecer en el lugar”.
Krame estuvo en Tamaulipas hasta poco antes del final de la gestión de Cabeza de Vaca. Como había colaborado de cerca con la DEA, el FBI y otras agencias estadounidenses, fue recomendado para ir a los Emiratos Árabes, donde trabaja en la implementación de la inteligencia artificial en los ámbitos policial y militar. “El nuevo modelo policial sustentado en inteligencia es muy útil para el combate a la corrupción. Por ejemplo: muchos elementos que tienen los cárteles son desertores del Ejército; las policías estatales están altamente corrompidas por el narcotráfico. Creo que la única manera, a corto plazo, para lograr una evolución favorable en nuestro sistema policial, es ser menos dependientes del factor humano, que es corruptible. En un artículo que publicamos en Oxford University Press, hicimos simulaciones entre drones y las cámaras de solapa (body cams), que van interconectados. Esto permite monitorear en tiempo real las palabras clave que dicen los policías. Las palabras clave prenden la cámara y ésta se conecta a un sistema que determina si existe un acto potencial de corrupción. Todo se registra, salvo lo que no es relevante, que es inmediatamente discriminado por el sistema. Las cámaras no se pueden quitar porque emiten una alarma”, explica.
Los drones auxilian al sistema de monitoreo y reducen los índices de letalidad. Agrega Krame: “Están equipados con cámaras termales y sirven como avanzada. Le dan información a los equipos en tierra. La inteligencia artificial también sirve para predeterminar todos los patrones criminales y adelantarse a lo que pueda venir. Esta ingeniería nos aporta radiografías muy certeras de la delincuencia organizada. Mi intención es regresar a México a implementar estos y otros sistemas. Queda mucho por hacer”.