Que Verónica Bernal naciera en la Ciudad de México fue una casualidad. Su padre, dueño de Kryptón, una empresa de impermeabilizantes y pinturas, trajo a su familia a la capital, pero apenas fue posible, los Bernal regresaron a Michoacán, el estado natal de madre y padre.
“Me llamó la sangre”, afirma Bernal, directora del Festival de Música de Morelia, uno de los más prestigiosos de nuestro país, y nieta de Miguel Bernal Jiménez, musicólogo mexicano y célebre compositor de Tata Vasco, entre otras obras, reconocido como el mayor exponente de música religiosa del siglo XX.
Verónica Bernal es internacionalista. Tenía la intención de ser diplomática, pero cambió de parecer después de culminar una maestría en mercadotecnia global, su pasión. Trabajó en Jugos del Valle y en Mercedes Benz, y después en la Jefatura de Cultura del municipio de la capital michoacana. “Me importa que mi trabajo provoque un cambio real en la sociedad y estoy convencida de que la música es capaz de transformar la vida de las personas”, dice.
Desde niña estuvo involucrada con el festival de música. Durante el primero, en 1989, las niñas de la familia cortaban boletos, brindaban ayuda como edecanes; los mayores, como choferes. Todos participaban de una u otra forma. Pero el proyecto central era rehabilitar el Conservatorio de las Rosas. Cuando la familia regresó a Morelia, cuenta, Miguel Bernal Macouzet, su padre, encontró el Conservatorio de las Rosas –el primero en América, fundado en 1743– casi en ruinas. Había apenas 40 estudiantes y los maestros podían contarse con los dedos de las manos. Urgía rescatar la asociación civil que lo respaldaba. En distintos momentos, Bernal Macouzet presentó un proyecto de escuela de música a Carlos Salinas de Gortari, a Ernesto Zedillo, a Rafael Tovar y de Teresa, y planeó con su hermano, Eugenio Bernal, modelos para conseguir patrocinios de marcas como Chrysler, Cemex y Vitro. Tocó todas las puertas. “Finalmente, convenció al presidente de la República y a todos los empresarios para rescatar el Conservatorio de las Rosas”.
Bernal es directora del Festival de Música de Morelia por segunda vez. Su primer periodo, de 2002 a 2016, inició bajo las batutas de su padre y tío. Ellos buscaban financiamento y Verónica Bernal encabezaba el comité organizador. En 2009 murió Eugenio Bernal y la salud de Miguel Bernal se había deteriorado. Falleció dos años después y Verónica Bernal tomó completamente en sus manos el festival. Emocionalmente exhausta, en 2015 presentó su renuncia al patronato. “No me querían dejar ir. Me ofrecieron tomarme unos meses de descanso, pero no pude ir más allá, y presenté mi renuncia irrevocable”.
Un año antes, en 2014, Bernal había concluido su maestría y quería fundar una empresa de productos cosméticos naturales. Deseaba hacer algo totalmente ajeno a sus labores de los últimos años y poner en práctica sus conocimientos de mercadotecnia. “Quería estudiar el mercado, crear mi propia marca, buscar a los clientes, crear publicidad. Lo hice todo y me fue bien. En 2017 quedó armada Avenka Cosmetics y empecé a vender”.
Jurado de México en Escena por parte de la Secretaría de Cultura federal, Bernal volvió en 2020. Se lo pidió de nuevo el patronato del festival, en pandemia. “Tú eres el festival”, la urgieron sus miembros. El evento, que lleva el nombre de su abuelo, atravesaba una crisis financiera. Verónica Bernal no podía mantenerse al margen de un festival que es patrimonio cultural y que lleva su apellido. “No podía dejarlo morir, como les pasó a otros festivales en la pandemia. Algunos claudicaron y otros no pudieron volver a levantarse después de eso”.
En 2020, el Festival de Música de Morelia se llevó a cabo con 30 por ciento de aforo. Sus finanzas fueron saneadas y, un año después, se realizaron dos festivales, uno en verano y el otro, como siempre, en noviembre, con 70 por ciento de aforo en ambos.
El año pasado, Verónica Bernal fue becada para por el British Council y la Universidad de Napier, en Edimburgo, junto con otros nueve mexicanos de distintos estados, dedicados a diferentes expresiones del arte, para asistir a un programa de liderazgo creativo. “Ese programa ha sido muy útil para la preparación del festival. Fue asombroso conocer otras políticas culturales y su relación con temas como equidad y diversidad”.
El Festival de Música de Morelia es financiado anualmente con fondos públicos y privados en una proporción de 60 por ciento de la iniciativa privada, 20 por ciento de los tres niveles de gobierno y 10 por ciento de ingresos propios, obtenidos mediante la venta de boletos o de otros proyectos que se desarrollan durante el año, como conciertos al interior de Michoacán y en otros estados.
Después el fallecimiento del director artístico del festival, el reconocido compositor Javier Álvarez, el año pasado, Bernal se ha hecho cargo del programa de festival. El de este año, afirma, “ha sido muy bien recibido”. El consejo artístico recién ha sido nombrado y ya trabaja en el programa del año próximo.
Entre los planes de Verónica Bernal está mantener y construir nuevas alianzas con los festivales más grandes del mundo y ampliar la reputación del Festival de Música de Morelia, a pesar de que los fondos para la cultura son siempre insuficientes. “Mucha gente me dice que el festival es un huevo de oro, pero no lo cacareo. Por supuesto que lo hago, pero no me alcanzan los recursos para promocionarlo tanto como yo quisiera y como se merece”.