Senador de la República
Los detractores del gobierno federal han tratado de evaluarlo como si viviéramos tiempos normales, como si no hubiera llegado una inesperada pandemia que obligó a cerrar la economía, afectando gravemente a personas, familias y comunidades enteras.
Por fortuna, existen evidencias de que este gobierno empezó a tomar las decisiones adecuadas para combatir la desigualdad y pobreza de manera efectiva.
En estas mismas páginas, Enrique Quintana, a quien nadie podrá acusar de ser partidario del gobierno federal actual, escribió tres artículos de antología sobre importantes logros del gobierno federal en esta materia.
El 26 de junio de 2019 interpeló al gobierno: “A veces no entiendo a los voceros de la cuarta transformación. Tienen que andarse defendiendo de muchas decisiones cuestionables que han tomado … y las que han significado un mayor beneficio para la población, las ignoran por completo”.
Y es que “el INEGI dio a conocer que las ventas minoristas en México crecieron a una tasa de 2.2 por ciento en términos reales en el mes de abril”, pero el gobierno no lo estaba difundiendo.
Quintana se preguntaba: “En el contexto de una economía que en promedio creció 0.5 por ciento, ¿cómo fue posible que el consumo creciera a un ritmo mucho mayor”.
Y se respondía: “La principal explicación es lo que ocurrió con los salarios. El salario promedio de cotización al IMSS en el mes de mayo creció a una tasa nominal anual de 6.7 por ciento”.
Para mayor explicación, señaló: “Este comportamiento reciente de los salarios no derivó de un cambio en la oferta y demanda de trabajo (…) Lo que ocurrió fue un cambio en la política laboral cuya señal fue el incremento del salario mínimo en 16.2 por ciento con el arranque de este año.”
Para rematar, apuntó: “Hubo quienes advirtieron de que el alza de salarios presiona inevitablemente la inflación. No fue así.”
El 13 de enero de 2020, Enrique Quintana escribió: “La llamada ‘masa salarial real’, que integra el crecimiento del empleo y el crecimiento del salario real, tuvo un alza de 5.5 por ciento”. A ello agregaba que las ventas de los establecimientos en autoservicios habían crecido a una tasa anual nominal de 5.7 por ciento. Esto lo atribuía el autor a una “combinación de un empleo poco dinámico, pero que mantiene tendencia positiva y un salario real que sigue para arriba”.
El 17 de febrero de 2020, un mes antes de que la pandemia orillara al cierre de la economía, el mismo Enrique Quintana decía: “Pues sí, en el caso del crecimiento de los sectores de menores ingresos … sí había otros datos, y estos son ofrecidos por el INEGI y el Coneval”, pues de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) “se puede afirmar que hubo un incremento real del ingreso de los hogares en México de 5.2 por ciento”. Por su parte, “el Coneval … reportó un incremento de 5.9 por ciento en el ingreso laboral real per cápita en el último año”.
¿Por qué muchos no lo percibieron, pero los más pobres sí? Quintana explica que en los primeros cuatro quintiles de la población casi no hubo variaciones en sus ingresos, pero que el “20 por ciento de la población más pobre tuvo un incremento real de sus ingresos de 18.3 por ciento”.
Para concluir, Quintana dice: “Será el próximo año cuando haya elementos suficientes para valorar el impacto que las políticas públicas tuvieron en la distribución del ingreso (…) Sin embargo…, por lo pronto en 2019, hubo una mejoría”.
Luego llegó la pandemia. Pero los resultados del primer año de gobierno quedaron como punto de referencia.
La economía no creció, pero los salarios y el consumo sí. El crecimiento del salario no provocó inflación. Los más pobres sí vieron aumentar significativamente su ingreso. Disminuyó la pobreza laboral y la desigualdad.
Ahora, con la paulatina normalización de la actividad económica, se retomará dicha ruta, complementada con los programas sociales y la política tributaria.