Despertador

La alianza continental que propone AMLO

El gobierno mexicano prefiere una alianza estratégica con Estados Unidos, en un marco de respeto a la soberanía de cada Estado.

Secretario de Gobierno de la CDMX

Hace unos días, el columnista Raymundo Riva Palacio escribió en estas mismas páginas que “López Obrador ha tomado el lado de Xi Jingping y se muestra, deliberadamente o no, como un aliado estratégico”. Para tratar de comprobar su dicho, Riva Palacio relata que el Presidente de México, “después de haber tundido durante tres días a Estados Unidos, transmitió un mensaje del presidente de China a los presidentes y ministros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en el colofón de su sesión plenaria en el Palacio Nacional”.

Así, según el columnista, “para López Obrador, Jinping y Vladimir Putin parecen ser sus aliados”, por lo que “los campos de batalla están definidos y López Obrador se está inclinando por uno equivocado”.

En otras palabras, Riva Palacio afirma que la apuesta estratégica internacional de AMLO es la alianza con China y no con Estados Unidos.

Sin embargo, el columnista en cuestión pasa por alto el discurso del presidente López Obrador durante el acto para conmemorar el 238 aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar. En dicho discurso, el mandatario de México define las bases para establecer una renovada alianza con los Estados Unidos y señala los riesgos que representan para América los fenómenos de expansión económica de China. Riva Palacio no tiene razón.

En su discurso del 24 de julio de este año, el Presidente mexicano problematizó la situación de la siguiente manera:

“Mientras China domina 12.2 por ciento del mercado de exportación y servicios a nivel mundial, Estados Unidos solo lo hace en 9.5 por ciento, y este desnivel viene de hace apenas 30 años, pues en 1990 la participación de China era de 1.3 por ciento y la de Estados Unidos de 12.4 por ciento. Imaginemos que esta tendencia de las últimas tres décadas se mantuviera y no hay nada que legal o legítimamente pueda impedirlo. En otros 30 años, para el 2051, China tendría el dominio del 64.8 por ciento del mercado mundial y Estados Unidos entre el cuatro y el 10 por ciento, lo cual, insisto, además de una desproporción inaceptable en el terreno económico, mantendría viva la tentación de apostar a resolver esta disparidad con el uso de la fuerza, lo que nos pondría en peligro a todos”.

Por eso, el presidente AMLO recuerda que: “El crecimiento desmesurado de China ha fortalecido en Estados Unidos la opinión que debemos de ser vistos como aliados y no como vecinos distantes”.

Y como convicción propia, el presidente AMLO subraya: “nosotros preferimos una integración económica con dimensión soberana con Estados Unidos y Canadá a fin de recuperar lo perdido con respecto a la producción y el comercio con China, que seguirnos debilitando como región y tener en el Pacífico un escenario plagado de trastornos bélicos”.

En otras palabras, el presidente AMLO habla en este discurso de las asimetrías que podrían producirse si no se fortalece la unidad económica americana y toma partido en favor de la alianza económica de México con Estados Unidos.

Sin embargo, el presidente AMLO fija las bases para una renovada alianza de México, y del resto de los Estados latinoamericanos, con los Estados Unidos: el fin a la política intervencionista de esta potencia en los países del continente:

“Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia. Digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las exclusiones y los bloqueos; apliquemos, en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias”.

En resumen, no es cierto que el gobierno de México busque optar por una alianza estratégica con China y contra Estados Unidos, como dice Riva Palacio. En cambio, sí es verdad que el gobierno mexicano prefiere una alianza estratégica con Estados Unidos, en un marco de respeto a la soberanía de cada Estado.

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