Despertador

Neoliberalismo y “nuevos” movimientos

Si estos movimientos buscan una transformación real, tendrán que encontrar el eje que los rearticule con la gran batalla contra la desigualdad social que el neoliberalismo ha exacerbado.

Secretario de Gobierno de la CDMX

El 29 de octubre, el presidente Andrés Manuel López Obrador habló sobre grupos que se enriquecieron respaldando el proyecto neoliberal al tiempo que alentaban nuevos movimientos como el ambientalismo y el feminismo. Se impulsaba el saqueo de bienes comunes, mientras desaparecía del debate el tema de la desigualdad social. Estas críticas sorprendieron a algunos. Sin embargo, no son las únicas.

Héctor Díaz-Polanco afirma: “en esta fase globalizadora no solo no se procura uniformizar -como el gran desiderátum cultural del capitalismo-, sino que por el contrario, se trata de aprovechar la diversidad a favor de la consolidación del sistema y, específicamente, de los grandes negocios corporativos”.

Consuelo Sánchez señala: “Por una parte observamos minorías nacionales plenamente integradas en la economía de mercado (…) Por otra parte hay que considerar a los pueblos indígenas que no están plenamente integrados en el mercado capitalista”. El neoliberalismo interviene en esta diferencia para validar la diversidad que se adapta a la lógica individualista. Su objeto “no es atender los auténticos reclamos de las colectividades y de los individuos colocados en una situación de desigualdad y de dominación sociocultural, sino hacer que sus reclamos dejen de ser una amenaza para las sociedades liberales capitalistas (…) Primero incorpora las aspiraciones y las reivindicaciones de los pueblos indígenas, de los negros, de los inmigrantes y de otros grupos étnicos y nacionales … y luego las rearticula de tal forma que sean compatibles con las relaciones existentes de dominación”.

Otro ejemplo lo ofrece Nancy Fraser: “Mientras que la generación de 1968 esperaba, entre otras cosas, reestructurar la economía política para abolir la división del trabajo por sexos, las feministas posteriores formularon otros objetivos menos materiales … Los conflictos de género, en otro tiempo centrados en el trabajo y la violencia, han puesto el foco en los años recientes sobre la identidad y la representación. El efecto ha sido el de subordinar los conflictos sociales a los culturales, la política de la redistribución a la política del reconocimiento … el giro feminista hacia el reconocimiento ha encajado demasiado fácilmente en un neoliberalismo hegemónico”.

Fraser va más allá: “El feminismo no es el único que ha experimentado esta trayectoria … véanse los debates sobre el multiculturalismo, los derechos humanos y la autonomía nacional … El giro de la redistribución al reconocimiento se ha producido en el mismo momento en el que un capitalismo agresivamente globalizador está exacerbando la desigualdad económica”.

Chantal Mouffe coincide: “Nunca deberíamos dar por sentado que existen luchas inherentemente emancipadoras que no pueden ser orientadas hacia fines opuestos.” Pone como ejemplo el “actual desarrollo de formas de ecología con características antidemocráticas”. Por eso “resulta esencial establecer un vínculo entre cuestiones ecológicas y cuestiones sociales”.

Ignacio Sotelo evidencia a quienes se volvieron neoliberales: “los partidos socialistas andan a la búsqueda de algunos elementos diferenciadores en el plano de los derechos civiles, ya que en política socioeconómica no pueden ofrecer elementos que los distingan de sus competidores … Como nuevas señas de identidad se agarran de los derechos humanos, con énfasis especial en los de la mujer, y a la defensa de las minorías sociales discriminadas”.

Francois Dubet afirma: “Existen dos grandes concepciones de la justicia social: la igualdad de posiciones y la igualdad de oportunidades”. La primera “busca reducir las desigualdades de los ingresos”. La segunda, “ofrece a todos la posibilidad de ocupar las mejores posiciones”. “El modelo de las oportunidades implica la paridad de género en todos los peldaños de la sociedad, sin que por ello se vea transformada la escala de los ingresos”.

Si estos movimientos buscan una transformación real, tendrán que encontrar el eje que los rearticule con la gran batalla contra la desigualdad social que el neoliberalismo ha exacerbado (y tratado de ocultar).

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