Considero que en general es importante escuchar y leer lo que dice la oposición en cada coyuntura. Sus críticas pueden señalar puntos débiles del quehacer público y ofrecer propuestas interesantes a retomar.
Sin embargo, en una coyuntura tan delicada como la generada por la pandemia del Covid-19, la oposición mexicana ha tenido una conducta tan contradictoria y absurda que resulta prácticamente imposible recuperar sus planteamientos.
Veamos.
La oposición invita a acudir masivamente a las movilizaciones del 8 de marzo. Pero después se desgañita criticando a las autoridades por no cancelar el Festival Vive Latino que ocurriría apenas seis días más adelante, con el argumento de proteger a la gente del contagio del coronavirus. La negativa del gobierno a cancelarlo suscitó amargos denuestos de los opositores, quienes acusaron grave irresponsabilidad de la autoridad al permitir una concentración masiva.
En otras palabras, las numerosas concentraciones multitudinarias del 8 de marzo del 2020 en todo el país no representaban ningún riesgo de contagio; pero el festival del 14 de marzo era un gran riesgo. ¿Por qué? En todo caso, el contagio de Covid-19 empezó en China desde diciembre del 2019.
Esto nos conduce a una segunda contradicción. En efecto, días antes del mencionado festival, el discurso opositor empezó a centrarse en la exigencia de cerrar inmediatamente la economía. Mandar a todos a sus casas y bajar la cortina de oficinas, comercios, instituciones, fábricas y empresas. Y así, mientras el gobierno federal esperaba la fecha indicada por los expertos en epidemiología para cancelar las actividades, la oposición le exigía cerrar todo. Es decir, mientras el gobierno federal hacía un esfuerzo extraordinario para mantener funcionando la economía, ¡la oposición quería que desde la segunda semana de marzo se paralizara la actividad económica!
Hay, entonces, una tercera contradicción: ahora oímos la gran preocupación que tiene la oposición en la vida económica. Hace unas semanas, criticaban al gobierno diciendo que la salud y la vida eran más importantes que la economía y que el gobierno las ponía en riesgo al mantener las actividades económicas. Ahora dicen que la economía está entrando en crisis y que lo más importante es salvar la economía. ¿Entonces, era importante la economía o no?
Ya en este contexto surge una cuarta contradicción. Por un lado se dice que hay que mantener la economía a flote, pero cuando el gobierno logra una buena negociación para no disminuir drásticamente la producción petrolera ¡la oposición se enoja! ¿Qué querían? ¿Qué la producción bajara en 500 mil barriles diarios? ¿Y que los ingresos públicos y la actividad petrolera disminuyeran? ¿Entonces es importante o no la economía?
Por cierto, el tema petrolero lleva a otra contradicción, la quinta. Durante años, los neoliberales, como gobierno, rechazaron coincidir con las estrategias de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y ahora, como oposición, ¡se indignan porque México discrepó de una medida impulsada por la OPEP!
En el tema de la economía aparece una contradicción más: la sexta. La oposición demanda apoyar a los pequeños negocios que no resistirían estar cerrados uno o varios meses. Y cuando el gobierno anuncia créditos blandos para un millón de negocios familiares, la oposición critica que no se haya anunciado apoyo a los grandes empresarios. Luego entonces, ¿se trataba de apoyar a los pequeños que no aguantarían cerrar varios meses o no?
A su vez, los grandes empresarios demandan al gobierno que los rescate, por la crítica situación que están viviendo, porque carecen de recursos. Pero al mismo tiempo señalan que ellos rescatarán a los pequeños negocios si el gobierno no lo hace. Entonces, ¿cuentan o no con recursos?
Y eso lleva a una octava contradicción. Hablan de construir un plan alternativo y de financiar ellos mismos a los pequeños negocios. Pero 15 de las grandes empresas deben 50 mil millones de pesos al erario.
Una novena: le exigen dinero al gobierno, pero no pagan la parte que les corresponde para que el gobierno tenga dinero.
Una décima incongruencia: la oposición demanda solidaridad del Estado, con los sectores más vulnerables, con los desempleados, con los pequeños negocios y con las grandes empresas. Pero rechazan los planes de austeridad en las cámaras legislativas, en los partidos políticos y en los gobiernos locales para ayudar a financiar la estrategia contra la crisis del coronavirus. Es decir, la parte del Estado que ellos representan se niega a ser solidaria con la sociedad mexicana.
¿Qué quiere la oposición, pues? ¡Nada! Sólo desea que esta coyuntura sirva para que a México le vaya mal, muy mal, para ver si así le va mal al gobierno.