Gestión de Negocios

Superar la frustración ‘n’ veces es el costo emocional del éxito

Asimilar un hecho no supone ignorarlo u olvidarlo. Es interiorizarlo como una realidad dada que debe ser superada con la conciencia plena de sus efectos.

Quien pierde una venta o competencia. Quien no logra un objetivo intensivamente buscado o anhelado. Quien es observado negativamente en un desempeño en el que puso énfasis o especial atención siente una enorme frustración.

Esa sensación combinada de coraje, enojo, decepción, malestar, rabia y, en su peor expresión posible, una dosis de desesperación o ansiedad. No es nada agradable sentirla, pero es muy frecuente entre quienes deciden intentar nuevas posibilidades o aquello que los lleva a nuevos horizontes.

Se manifieste como se manifieste esa particular ensalada emocional en cada caso, es tan perturbadoramente fuerte que muchos prefieren no hacer tal o cual cosa con tal de evitarla y otros renuncian a nuevos intentos frente a su más mínima aparición.

¿Qué podemos hacer cuando las circunstancias combinadas de actuares y deseos nos tienen más que frustrados e incómodos? Aquí tres tips de un viejo lobo de mar:

1) Distingue rápido los hechos a asimilar.- Si tienen solución son un problema a resolver. Si no la tienen, son simplemente hechos que debes asimilar. Y ello pasa por la capacidad de distinguir la realidad a digerir. Esa que ya no se puede reeditar. Se puede procurar volver a incidir en ella, pero no se puede borrar.

Asimilar un hecho no supone ignorarlo u olvidarlo. Es interiorizarlo como una realidad dada que debe ser superada con la conciencia plena de sus efectos, aunque estos nos disgusten terriblemente.

2) Disecciona lo que consideres que disparó ese fracaso.- Repasar los disparadores de la circunstancia que te tiene frustrado. Entender qué te faltó o qué te sobró. Incluso, mapear qué circunstancias o personas favorecieron o no el objetivo buscado es tan recomendable como útil.

Pero no lo es para rumear el enojo circularmente, sino para distinguir los puntos que pudieron haber sido gestionados diferente o trabajados mejor. Sirve, además, para identificar líneas límite (naturales o puestas por terceros) que pueden ser superadas si se disponen de los recursos adecuados y proporcionados.

3) Interioriza los aprendizajes mayores. - Al fondo del barril de la frustración hay un sedimento lleno de lecciones para ser aprendidas. Sus significados, sin embargo, no suelen ser de evidencia simple, hay que decodificarlos en un estado emocional sereno.

Aprender del fracaso y darle vuelta a la frustración supone tener un entendimiento racional de que, si bien a nadie le suele gustar que no le salgan las cosas como quería, no es el acabose de tu realidad. Un paso adelante siempre hay nuevas opciones.

La intensidad emocional en los negocios y la vida profesional te enseña rápido que la frustración no desaparece por decreto, pero también te enseña que es consustancial a intentar. Sólo aquél que busca tiene la posibilidad de fallar en lo que encuentra.

Malograr un resultado puede ser frustrante. No obstante, no deja de ser un intento. Una pausa que te obliga a decidir si conviene volver a buscarlo o trabajarlo con más y mejores herramientas intelectuales, emocionales y prácticas en mano. O bien, una señal que indica que puedes y debes girar tus esfuerzos en otra dirección más efectiva para macropropósitos.

A lo que no se puede aspirar es a la inexistencia de la frustración. Existe y se presentará mil veces en magnitudes diferentes. Y si bien su buen manejo es reflejo de una bien trabajada inteligencia emocional, de lo que no hay duda es que es el costo emocional del éxito que te estás forjando.

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