Gestión de Negocios

Atrofia empresarial, el veneno silencioso de la recuperación inmediata

¿Cómo identificar que una organización o alguna de sus áreas manifiestan atrofia empresarial? Aquí tres síntomas para la reflexión directiva.

Sea por un proceso de recorte de gastos para controlar el punto de equilibrio o por una reducción en la estructura operativa para reaccionar a una baja prolongada de ingresos, no hay recesión económica sin cierta pérdida de capacidad instalada en la jurisdicción que la padece.

Pero hay algo peor que la disminución consciente de esa capacidad instalada y eso es la atrofia empresarial inconsciente en aquellas entidades productivas, subsidiarias, áreas o personas que, por razones diversas, han visto reducidas sus capacidades reales para responder con efectividad a un mercado que opera con estándares y expectativas que han dejado de entender.

En su definición más simple, una atrofia es la disminución del volumen o tamaño de un órgano, debido a causas fisiológicas o patológicas. Suele presentarse cuando un músculo u órgano deja de ser utilizado con regularidad o cuando es afectado por algo externo que inhabilita su funcionamiento óptimo.

¿Cómo identificar que una organización o alguna de sus áreas manifiestan atrofia empresarial? Aquí tres síntomas para la reflexión directiva:

1) Las notorias ineficiencias se asumen como inevitables.- No importa si esa falta de eficiencia evidente en un proceso, un producto o la entrega de un servicio consistentemente afecta costos, plazos y expectativas del cliente.

Esa organización o persona responsable no ve con claridad lo que el nuevo ambiente competitivo exige para intervenir lo necesario con un deseo perpetuo de mejora a su eficiencia, o de plano es incapaz de instrumentar ajustes o cambios dentro del nuevo ambiente operativo en su teatro de operaciones.

2) Inexistencia de mejoras incrementales a las soluciones ya existentes.- Aunque funcione lo que funciona, la naturaleza intrínseca de todo mercado obliga a sistemáticamente proponer y ejecutar mejoras o a incorporar nuevos elementos que eleven el entregable que se vende.

Justificar la inexistencia de mejoras graduales con la ausencia óptima de recursos o por inaccesibilidad tecnológica es uno de los síntomas más comunes de la atrofia empresarial.

3) Incapacidad para transformar lo complejo en algo más simple.- Convertir productos sofisticados o caros en soluciones asequibles no sólo es la posibilidad por excelencia para crear nuevas categorías de bienes y servicios para nuevos segmentos de la población, sino que –como diría Clayton M. Christensen en su libro La Paradoja de la Prosperidad– es una de las bases de la innovación enfocada en la creación de nuevos mercados.

Organización que no está sistemáticamente buscando nuevos mercados para lo que ya produce o para derivaciones de lo que puede producir, está alimentando su atrofia empresarial.

Abundan organizaciones perfectamente diseñadas para mercados que dejaron de existir o para mundos competitivos que de plano ya no existen. Abundan áreas al interior de las empresas que, en el mejor de los casos, operan inercialmente con eficiencia procesal, pero que la modificación de las reglas del juego les provoca una atrofia organizacional que se tardan mucho tiempo en concientizar o intervenir.

Cada mercado está viviendo una dinámica distinta en su transformación tecnológica, de preferencias, de reglas y de restricciones. Cada empresa está viviendo a una velocidad distinta su evolución necesaria hacia nuevas formas de operar los negocios creados en el pasado y los negocios visualizados para el futuro.

Y es en ese contexto de enormes cambios exógenos y endógenos en el que ignorar el grado de atrofia empresarial que cada organización enfrenta se convierte en un veneno silencioso a la rápida recuperación de espacios, márgenes y utilidades a la que toda entidad productiva aspira después de haber sobrevivido una profunda recesión.

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