Mauricio De Maria Y Campos

Multilateralismo en Crisis: LA OMS, el COVID 19 y los EUA

El COVID, la crisis de la OMS y el polémico papel de los EUA están teniendo ya repercusiones más amplias.

La salida reciente de los EUA de la Organización Mundial de la Salud no debió sorprendernos. Desde su campaña a la presidencia, Trump se mostró adverso al multilateralismo, argumentando que los intereses de su país estaban primero.

La salida del Acuerdo de Cambio Climático y de la UNESCO; su rechazo al Pacto Global sobre Migración y al TPP de Obama, así como la drástica reducción de su presupuesto de cooperación internacional, anunciaron el fin de un esquema global promovido por los EUA desde la creación de la Liga de las Naciones hace un siglo y la firma de la carta de la Naciones Unidas y los acuerdos de Breton Woods hace 75 años.

Lo que sí resultó inesperado fue el anuncio de su salida de la OMS, en un momento singular de los últimos 100 años, cuando la crisis del COVID 19 está en su apogeo, y el mundo ha estado necesitado de un liderazgo de la gran potencia que todavía son los EUA para combatir la pandemia y trazar el esbozo de un nuevo horizonte post Coronavirus. La rivalidad con China y la preocupación de Trump por su debilitada posición frente a las elecciones de noviembre parecen estar dominando sus decisiones políticas.

No reconoce que con esta decisión, la víctima es los EUA y que en la práctica su irracional aproximación a la nueva realidad global y su deseo de encontrar chivos expiatorios ante su mal manejo de la emergencia sanitaria, lo están llevando a la pérdida de muchos votos de estadounidenses y de prestigio internacional.

Ha habido críticas a la OMS de tiempo atrás; sin embargo, estas han sido atribuibles en buena medida a sus propios estados miembros, que no le han otorgado los recursos presupuestales necesarios para que desarrolle cabalmente su misión de prevención, alerta temprana y capacidad de respuesta frente a los viejos y nuevos desafíos globales en materia de salud. Sin embargo, la organización ha sabido cumplir con su mandato y ha dado efectivas respuestas a pandemias inesperadas y a viejos y nuevos desafíos de salud del planeta, en coordinación con las agencias regionales y los gobiernos nacionales.

En el caso de los EUA más de 111 mil personas han muerto (7-6-20) por la epidemia del COVID 19; muchas veces más que en China, donde se originó el virus y, como destaca Babara Crosette, del Consejo de los EUA para Asuntos Extranjeros (Passblue; 29-5-20): "la historia registrará a estos muertos como resultado de la falta de planeación, la negación y la presión para reabrir el país. Los EUA tienen hoy la tasa más alta de desempleo de su historia y los nuevos casos siguen su marcha".

Prácticamente todas las encuestas le advierten que las encuestas le son desfavorables frente a Biden. Las urnas darán el veredicto.

A Trump no le gustó que la presidencia la tuviera un etíope como Tedros Ghebreyesu, médico electo en 2017, con el apoyo de China y los países en desarrollo, frente al candidato británico Nabarro, a pesar de la magnífica reputación del africano, premiado internacionalmente (Premio Humanitario del Presidente Jimmy Carter 2011). Por ello amenazó desde entonces a la OMS con no pagar sus cuotas –el 22% del presupuesto ordinario de 4 mil millones USD- y de detener sus contribuciones voluntarias, cruciales para los programas de asistencia.

Durante 2019 y 2020 los EUA dejaron de pagar sus cuotas, a pesar de haber sido tradicionalmente líderes contribuyentes de la OMS. En febrero Tedros designó a Nabarro como Enviado Especial a Washington para COVID 19; regresó a Ginebra con un palmo de narices. Le anunciaron la salida de EUA y en consecuencia un recorte de 20% cuando la crisis del coronavirus estaba estallando.

Cómo Director General de la ONUDI, me tocó en 1997 vivir en carne propia una experiencia similar- y pagar la dosis de sangre que exigió a Clinton la mayoría republicana en el Senado, liderada por el inefable Jesse Helms. Afortunadamente habíamos preparado un plan de contingencia de reforma organizacional y ajuste drástico presupuestal, frente a la eventual salida de los EUA (que ya llevaba 3 años de no pagar sus cuotas), lo que permitió a la ONUDI seguir operando hasta el día de hoy sin la contribución de los EUA. Más importante aún, no estábamos en un momento de emergencia global y con la expectativa de acción ampliada.

En el caso de la ONUDI fueron Japón y países europeos los que entraron al rescate de sus programas de asistencia a la industrialización de países en desarrollo. Hoy China y otros países asiáticos y europeos juegan el papel clave en el financiamiento de sus actividades.

Por lo que se refiere a la OMS, la reacción generalizada frente a la decisión de Trump ha sido contundente. Sólo Bolsonaro ha amenazado con seguir los pasos de Trump. China ha salido al rescate inmediato apoyándose en la fundación Jack Ma; la Fundación Bill y Melissa Gates, vieja aliada de la OMS en el combate al cólera, la malaria, el HIV-Sida y el ébola, ha fortalecido sus tradicionales contribuciones; Europa también. El 27 de mayo Thomas Zeltner, exministro y hoy Director de la Autoridad Nacional Suiza de Salud, anunció la creación de una fundación independiente que promoverá recursos del público para la OMS.

Hoy los 194 países miembros y otros actores globales en el campo de la salud están realizando consultas rumbo a la transformación de la OMS a la que han convocado. Hay confianza en que se está moviendo en la dirección deseada. Se trata de fortalecer su rol global en materia de alerta temprana, prevención, combate a las pandemias y enfermedades más apremiantes, promoción de la investigación tecnológica y el desarrollo de vacunas, y asistencia a las poblaciones más vulnerables. Al mismo tiempo, algunas regiones como América Latina, quisieran ver cómo se concreta mejor el apoyo de la OMS, en coordinación con las instituciones regionales (OPS) en favor de los gobiernos nacionales y subnacionales.

La reforma de la OMS involucra también enormes retos presupuestales. Muchos programas descansan en financiamientos voluntarios que son muy poco flexibles. La Fundación Gates recomienda, por ejemplo que los países miembros dupliquen sus cuotas básicas, lo que se ve muy difícil. Se sugieren también alianzas más amplias con las empresas y otros actores sociales. Ha sido el caso del nuevo mecanismo GAVI lanzado por 32 países y una gran empresas para financiar el desarrollo y el acceso a todos los países de la vacuna del COVID 19.

El COVID, la crisis de la OMS y el polémico papel de los EUA están teniendo ya repercusiones más amplias: la discusión de la reforma de la ONU y del rol clave que debería tener el Consejo de Seguridad ante crisis como las actuales.

Se esperaba un mayor liderazgo de los EUA en el combate a la pandemia. Sucedió lo contrario: el gobierno de Trump bloqueó el proyecto de resolución que urgía a poner fin a las hostilidades a lo largo del mundo para poder concentrarse en el combate al COVID 19, porque los EUA objetaron la referencia a "la urgente necesidad de apoyar… a todas las entidades relevantes del sistema de Naciones Unidas, incluyendo a las agencias especializadas en salud."

El ejercicio del veto de alguno de los 5 miembros permanentes del CSONU es cada vez más un factor indeseable para el mantenimiento de la paz y la seguridad mundial. La reforma de la ONU y la democratización de los órganos de gobierno son indispensables para una nueva agenda de desarrollo global, incluyente y sustentable post-COVID 19. A este reto me referiré en mi próximo artículo.

COLUMNAS ANTERIORES

Se abre ventana de cooperación con EU
La agenda ambiental pendiente, tras el foro de Biden

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.