Mauricio Jalife

Twitter vs. Meta, litigio histórico por secretos comerciales

Twitter deberá acreditar que las funciones de Threads no son imitables a partir de ingeniería inversa, y que resultó indispensable que los exempleados revelaran información clave.

La acusación que ha dirigido Twitter en contra de la nueva red social de Mark Zuckerberg por supuesto robo de secretos comerciales, apunta a ser el más grande litigio en el mundo por la posible utilización de información sensible que una compañía obtiene de otra a través de sus exempleados. El caso recuerda aquella vieja disputa que se vivió a inicios de los noventa, cuando General Motors demandó por espionaje comercial a VW por la migración de varios de los más altos funcionarios de su plantilla.

Lo que sorprende en este asunto es que, cuando Threads apenas tenía 24 horas de haber lanzado su aplicación —habiendo ya captado 70 millones de usuarios—, Twitter hizo público el envío de un comunicado de sus abogados por el que solicitaban el cese inmediato de actividades de la nueva aplicación de Meta (antes Facebook) por violaciones de propiedad intelectual. Obviamente, Threads no cesará sus actividades y este no ha sido más que un necesario primer paso del inicio de hostilidades.

Un elemento que se debe destacar inicialmente es que el momento en el que Twitter reacciona y envía el comunicado, obedece a que debía justificar que pudo conocer el uso de sus secretos comerciales hasta ver algunas de las funciones de la nueva aplicación, lo que haría suponer que empleados que en su momento laboraron para ellos, habrían vulnerado su acuerdo de confidencialidad. Evidentemente que el gran número de empleados que fueron captados por Meta de las filas de ‘despedidos’ de Twitter, hace crecer la sospecha.

Un segundo aspecto que se debe recordar es que, la mayor parte de los casos de robo de secretos comerciales tiene como origen la salida de un empleado de una compañía y su llegada con un competidor. Cuando no se trata de solo un empleado, sino de un número significativo de ejecutivos, suele suponerse la inminencia del uso de la información obtenida en el primer empleo, armando múltiples piezas del rompecabezas a través de la fracción de saberes de cada uno.

Sin embargo, existen dos fronteras que Twitter deberá demostrar que han sido traspasadas. La primera tiene que ver con el hecho de que sus secretos comerciales son independientes a las habilidades adquiridas por sus exempleados. Existe una línea muy tenue entre el uso de información de una empresa y aquella que el trabajador ha convertido en pericia propia que utiliza ya como parte de su experiencia. Claramente, en el caso se tiene un componente emocional adicional, que surge de la manera inesperada y poco educada en que los ‘despedidos’ de Twitter salieron de la compañía en cuanto Elon Musk tomó el control.

La otra circunstancia que Twitter deberá acreditar es que las funciones o características de Threads no son imitables a partir de ingeniería inversa, y que resultó indispensable que los exempleados revelaran información clave para llegar a tales resultados.

Por todos los ángulos por los que se mire, el asunto despierta el mayor interés, particularmente si se atiende a la relevancia que Twitter representa en el mundo como una de las redes sociales dominantes. La controversia enfrenta a dos de las empresas tecnológicas más importantes, pero al mismo tiempo será un asunto trascendental para poner a prueba el balance entre los derechos de propiedad intelectual y la legislación para combatir las prácticas monopólicas.

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