Mauricio Jalife

La propiedad intelectual en la Agenda 2030

Para nuestro país, entender y aprovechar la guía conductora de los derechos de propiedad intelectual en el contexto de la Agenda 2030 se vuelve crucial.

Desde la inclusión social, hasta la reducción de emisiones de carbono; y desde el acceso a la salud hasta la eliminación de la pobreza, el desarrollo sustentable es una preocupación de todos los gobiernos. En ese contexto, los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) son una llamada mundial a la acción para salir de la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida de las personas.

Desde septiembre de 2015, los 193 países miembros de la ONU aprobaron por unanimidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible (conocido como Agenda 2030), un conjunto de 17 objetivos cuyo propósito es transformar el mundo en el periodo que concluye en 2030. Dentro del conjunto de ODS se encuentran aquellos objetivos enfocados en el avance de energía limpia, el trabajo digno y el crecimiento económico, el consumo y la producción responsable, la acción en defensa del medioambiente y los orientados a la innovación e infraestructura. En ese contexto, la propiedad intelectual se conecta con muchos de los principales ODS a través de múltiples vínculos, pudiéndose calificar su impacto en el logro de metas como directo y trascendental. Repasemos a manera de ejemplo algunos de esos estrechos lazos.

En el tema de salud y bienestar la propiedad intelectual es un protagonista destacado, no solo por el aporte de valor que significan los miles de patentes otorgadas cada año como estímulo a la innovación en desarrollo de nuevas medicinas, tratamientos, equipamiento e implementos médicos, que es la masa crítica que permite mejorar la calidad de vida de millones de pacientes, y alargar la expectativa de vida de la población mundial constantemente. A pesar de los cuestionamientos enderezados contra las patentes en el área farmacéutica —incluyendo la larga discusión sobre las vacunas de COVID—, el sistema ha demostrado la suficiente flexibilidad y resiliencia como para mantener abiertos los accesos a los productos nuevos sin perder su atractivo monopólico.

En los diversos ODS que convergen en el tema medioambiental la propiedad intelectual tiene papel esencial. No solo las llamadas ‘patentes verdes’ tienen este rol fundamental de dar arrastre a las nuevas tecnologías en energías renovables, captación y distribución de agua, sino de manera destacada en producción y consumos responsables. En este rubro, las marcas de certificación constituyen una de las mejores herramientas para guiar a los consumidores e impulsar estándares ecológicos elevados entre los fabricantes.

Por lo que hace al objetivo identificado como ‘industria, innovación e infraestructura’ es más que evidente su conexión. Si un mecanismo desde hace siglos cumple la función de provocar innovación es precisamente el de los derechos de propiedad intelectual.

Para nuestro país, entender y aprovechar la guía conductora de los derechos de propiedad intelectual en el contexto de los ODS se vuelve crucial. En esta época de redefinición de metas y estrategias, seguir despreciando los efectos potenciadores de este sistema es inaceptable. No hay ideología política o económica que pueda negar los efectos positivos de la protección a la creatividad y la innovación, y que justifique regatearle a la sociedad, en todos sus niveles, estos beneficios. Un llamado para que la próxima administración, y nosotros como actores involucrados, sepamos aprovechar esta inagotable fuente de riqueza cultural y económica.

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