El 28 y 29 de noviembre pasados, el Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal (Comercam) celebró en la ciudad de Oaxaca los 30 años del decreto de protección de la denominación de origen (DO) Mezcal.
Cuando una denominación de origen o una indicación geográfica alcanzan reconocimiento oficial de parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, el efecto inmediato es que su empleo se limita, en forma exclusiva, a los productores que se encuentran asentados en la zona de protección y que obtienen la autorización correspondiente. En el plano internacional, por vía de tratados la DO se incorpora al selecto grupo de productos que adquieren este particular estatus, beneficiándose del uso exclusivo en diversos mercados.
En estos 30 años de protección, la industria mezcalera ha crecido exponencialmente incluyendo en su territorio municipios de 9 estados de la República: Oaxaca, Guerrero, Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas, Michoacán, Puebla, Tamaulipas y Durango. Otros 4 estados, Aguascalientes, Morelos, Sinaloa y Estado de México esperan resoluciones del Poder Judicial Federal para definir si se integran o no a la DO, una vez que se revisen sus calificaciones y antecedentes en la industria.
Mientras que los números y las historias de éxito muestran un crecimiento sostenido y promisorio en el conocimiento y consumo del mezcal, tanto en México como en el extranjero, los retos que enfrenta la industria se acumulan en la agenda. El primero y más importante parce ser el de la sostenibilidad, exigida por el propio éxito de la bebida. Al destinarse grandes superficies a la producción de agave para responder a la demanda, ésta traslada al medio ambiente los muchos inconvenientes del llamado “monocultivo”. Como una alternativa para enfrentar estos retos, el Comercam ha creado el “Distintivo Verde”, que es la certificación que acredita la adopción de medidas atenuantes de estos efectos. Además, el registro de superficies destinadas a la producción de agaves que serán suministro permite al Consejo mantener un equilibrio que deriva beneficios en toda la cadena.
Otro de los retos del Comercam, y de otras DO de bebidas espirituosas, consiste en poder ejercer el control de la certificación de la calidad de los productos en conformidad con las normas oficiales mexicanas aplicables. Pensar en que ese control implica una práctica monopólica, como lo esbozó la Cofece en una reciente resolución, es desorientado y anticlimático. Un solo Consejo, con criterios de calidad no negociables, es la única manera de conservar la promesa de productos de alta calidad hacia los consumidores de México y del mundo.
Finalmente, el desafío más acuciante tiene forma de palenque. El tránsito que inevitablemente sufre la industria, de lo artesanal a lo industrial, es un peligroso paso en el que la ancestralidad y valor simbólico del mezcal compromete su naturaleza. Más allá de la seducción que refleja la publicidad de muchos de los productores y comercializadores de la bebida, es claro que la autenticidad del más mexicano de los destilados tiene en su propio éxito la mayor amenaza: diluir su esencia buscando responder a la alta demanda.