Mauricio Jalife

Agonizan los Pingüinos

Pensar en la eliminación de personajes que han acompañado a los productos que hemos consumido por décadas no es un mero ejercicio de nostalgia.

Afortunadamente no se trata de una noticia en el ámbito medioambiental, sino de los famosos pastelitos de Marinela. Como consecuencia de las disposiciones contenidas en la propuesta de modificaciones a la norma de etiquetado de alimentos procesados, la llamada NOM 051, cuando el producto deba incluir uno de los sellos preventivos de alto contenido de alguno de los nutrimentos críticos, elementos visuales como personajes y dibujos deberán ser eliminados de las etiquetas.

Pensar en la eliminación de personajes que han acompañado a los productos que hemos consumido por décadas no es un mero ejercicio de nostalgia. Para muchos productos, determinados personajes han cargado con el peso de su distintividad, como resultado de la construcción publicitaria de que han sido objeto.

Con relación a la eliminación de "dibujos", la norma incurre en una clara ambigüedad que ha sido señalada por la industria, al no acotarse que define como tal, si solo aquellos diseños que representan en sí mismas una idea o aportan un significado, o la referencia involucra a cualquier elemento geométrico o trazo gráfico dentro del etiquetado o el empaque.

Ambas limitaciones, según explican las autoridades en las justificaciones del nuevo texto, se fundamentan en la intención de evitar el uso de elementos que fomenten el consumo de los productos. Sabemos que cualquier especificación que la normativa prevea en esta materia, invoca como respaldo el derecho a la salud y que, al amparo de esta proclama, resulta complejo construir un contraargumento de peso. Sin embargo, la desproporcionalidad hace evidente que los beneficios serán nulos o poco significativos, al lado del enorme daño colateral que causarán.

El primer afectado, sin duda, son los propietarios de marcas que han construido su distintividad a lo largo de muchos años, y que de un plumazo son reducidos a "genéricos", en la medida en la que los consumidores perderán el vínculo de identidad que les lleva a una elección determinada. La función que las marcas cumplen en el mercado se rompe, tirando por la borda el capital de distintividad que una empresa trabaja a lo largo, a veces, de toda una vida. Es decir, valor de marca reducido a su mínima expresión.

Al perderse el estímulo de distinguirse en el mercado, otros daños colaterales emergen, como la inversión publicitaria y en medios. Al no poder acceder a la libertad de expresar ideas comerciales que apoyen el mensaje de la marca, el interés por posicionarse en la mente del consumidor se desvanece. En la imaginaria de anaqueles blancos, la publicidad pierde su espacio original de existencia, suprimiendo uno de los lienzos más empleados del arte popular. La pregunta subsecuente es la del número de empleos que se perderán en agencias de diseño, publicidad y medios de comunicación, a cambio de una especulación sobre los posibles beneficios de la medida.

Esperemos que la consulta pública de la NOM sea realmente un ejercicio plural de opiniones, y no solo una etapa más del proceso de avance del expediente para su entrada en vigor. Hay mucho en juego como para tener oídos sordos.

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