Mauricio Jalife

Aumenta robo de nombres de dominio en México y el Mundo

Mauricio Jalife reflexiona sobre los daños que causan los robos de dominios en México y otros países.

Si las demandas presentadas por robo de nombres de dominio son representativas del número de casos de apropiación ilegal que se cometen en el mundo, podemos concluir que esta clase de conductas se están incrementando en forma preocupante. El porcentaje de aumento reportado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual es de 12% en 2018, respecto del año previo.

El total de reclamaciones sometidas a la OMPI en 2018 alcanzó la cifra de 5,655, correspondiendo el 20% a demandantes estadounidenses. Los siguientes puestos, en ese orden, correspondieron a Francia, Alemania, Reino Unido y Suiza, siendo el sector financiero el que acumuló el mayor número de casos. Como suele verificarse en estos temas, son los países con altos estándares de protección de Propiedad Intelectual, y usuarios intensivos de estos sistemas, los que primero salen en defensa de su identidad.

Las violaciones que son cometidas a través de nombres de dominio indebidamente utilizados en la red, adoptan toda clase de expresiones, desde la suplantación de identidad empresarial para vender bienes falsificados, hasta la captación de recursos financieros induciendo al error y el engaño. En el caso de nuestro país se ha detectado una proliferación de sitios ilegales que, disfrazados con nombres de dominio similares a los empleados por el sitio oficial, ofrecen plazas de trabajo, reservas de hotel o vehículos de flotilla, cometiendo fraudes que han resultado difíciles de contrarrestar y que han afectado gravemente el patrimonio de muchos consumidores. En todos los casos se trata de grupos criminales bien organizados, que invierten recursos cuantiosos en mantener sus operaciones encubiertas y que cuentan con catálogos amplios de nombres de dominio "en reserva", para poder migrar sus operaciones de uno a otro, y muchas otras veces, de una jurisdicción a otra.

Cuando en el mundo inició la burbuja especulativa de venta de nombres de dominio indebidamente registrados por terceros, que pedían "rescates" millonarios por devolverlos a los titulares de las marcas afectadas -a mediados de los años noventa-, la solución que se diseñó desde la OMPI para atemperar los abusos fue inteligente y pragmática. A través de una cláusula arbitral que sujeta a quienes obtienen un nombre de dominio -administrada legalmente por los registradores en cada país-, se alcanzó una herramienta útil para desmotivar la obtención de dominios ilícitos.

Lo que hoy se advierte es que la solución OMPI no basta para frenar los casos de fraude y de usurpación de identidad empresarial. La motivación de los infractores ha pasado de la obtención de un pago por la devolución del dominio a la del montaje de negocios ilícitos al amparo del disfraz bajo la marca reputada. Por la gravedad de los expedientes, no basta ya el remedio para cancelar nombres ilegales, sino que las autoridades locales deben tomar acciones rotundas y desmantelar las plataformas delictivas, incluyendo las rutas financieras usadas para lavar el dinero que generan.

A pesar de los esfuerzos encomiables de la policía cibernética en nuestro país para monitorear la red, son otros casos de mayor impacto, como la pederastia y la trata de personas, los que concentran los recursos. Es momento de abrir el espectro.

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