Mauricio Jalife

Cumple un año la reforma de marcas

Mauricio Jalife indica que la reforma de la Ley de la Propiedad Industrial en materia de marcas ha mostrado con claridad que el sector empresarial de nuestro país goza ya de una cultura de los beneficios de la propiedad intelectual, que debe ser aprovechada al máximo.

A un año de la reforma de la Ley de la Propiedad Industrial en materia de marcas, la más relevante desde su promulgación en 1991, son muchos los aprendizajes y conclusiones que la revisión de lo alcanzado arroja.

La primera nota podemos fijarla en las llamadas "marcas no tradicionales", en particular las marcas sonoras y olfativas, que han sido objeto de una alta demanda, en particular, del sector empresarial del país, que ha acogido estas modernas formas de protección de la distintividad con solicitudes particularmente creativas. La respuesta ha sido tan numerosa y diversa, que no cabe duda de que nuestro mercado estaba ya listo para este tipo de signos distintivos. Una opción que habrá que valorar en este sentido, es la posible introducción de las otras marcas que completan el grupo de las no tradicionales, que son las gustativas y las táctiles.

Por lo que hace a la protección de la imagen comercial de productos y establecimientos, se percibe un gran interés de parte del sector empresarial, aunque se debe reconocer que en este rubro aún falta claridad sobre los alcances y las formas de registro. Otro de los rubros en los que la reforma ha sido exitosa, es en el empleo de los modelos industriales, que al ampliar la protección hasta 25 años, ha devuelto a la figura atractivo para proteger formas originales de productos.

Con relación al sistema de oposición, que dota a los titulares de marcas registradas de la posibilidad de interponer argumentos en contra de solicitudes de registro que consideren confundibles con las propias, la reforma parece haber dotado al mecanismo de interés para los usuarios. La anterior versión de oposición no resultaba atractiva, al reducir los argumentos del opositor a la condición de meras observaciones.

En la parte en la que aún es prematuro evaluar los efectos de la reforma, es con relación a marcas de certificación e Indicaciones geográficas. Existen grandes expectativas de que esta figura impulsará en forma decidida la protección de productos típicos en múltiples regiones del país, sin embargo, la complejidad de la tramitología propia de este tipo de figuras hace que labores de difusión y organización gremial deban agotarse de manera preliminar.

En general, la reforma ha mostrado con claridad que el sector empresarial de nuestro país goza ya de una cultura de los beneficios de la propiedad intelectual, que debe ser aprovechada al máximo. Dos de las formas de favorecer la inercia consistirían en promulgar las enmiendas necesarias al reglamento de la ley, que por el cambio de gobierno federal se quedó en algún cajón de presidencia; la otra, seguir adelante con los cambios que la materia demanda en áreas tan estratégicas como patentes y procedimientos contenciosos.

El gobierno federal y el propio Congreso pueden, a través de estas acciones, mandar un claro mensaje de que no existe divorcio con el impulso empresarial en áreas de soporte como ésta, y que más allá de responder a obligaciones contraídas en tratados internacionales, existe la convicción de que la innovación de los mexicanos merece ser apoyada como punto de partida de cadenas productivas y músculo de competitividad.

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