Mauricio Jalife

Entra la mediación a segunda etapa

Desde su incorporación a nuestro sistema, hace 12 años, la mediación ha crecido en número de casos año tras año. En los últimos tres, en particular, la cifra se ha disparado hasta superar el 12% en cada periodo.

Diversos factores inciden en el crecimiento sostenido de la mediación en el país, como mecanismo alternativo de solución de controversias. Uno amplio y contundente, la base constitucional con la que se favorece la mediación en toda clase de leyes para incluirla y regularla.

Desde su incorporación a nuestro sistema, hace 12 años, la mediación ha crecido en número de casos año tras año. En los últimos tres, en particular, la cifra se ha disparado hasta superar el 12% en cada periodo, medido a partir del número de convenios que son inscritos ante las autoridades judiciales.

Una de las tendencias evidentes obedece al ensanchamiento del número de mediadores activos en el país, tanto los que laboran en el sector oficial de los centros de justicia adscritos a los tribunales superiores de cada estado, como a los que lo hacen como mediadores privados. La formación como mediador no sólo exige de los aspirantes total apego a los cursos iniciales, sino el seguimiento de procesos de recertificación que mantienen altos estándares en la prestación de los servicios.

Un elemento que particularmente está incidiendo en la expansión de la mediación, se debe sin duda al involucramiento creciente del sector de los abogados con este tipo de recursos. Las ventajas no solo se miran en términos de eficacia jurídica, dada la alta exigibilidad de cumplimiento que aparejan los convenios de mediación, sino la constancia de que estos procedimientos ponen al alcance de las partes alternativas abreviadas de solución que, en una ponderación de costo-beneficio, arrojan resultados definitivamente favorables. Muchos abogados están mutando, de mirar con recelo a la mediación, a ser usuarios recurrentes de la misma. Debe reconocerse que, cuando la mediación amplió sus márgenes para prevenir conflictos, se convirtió en una herramienta de enorme utilidad para diversas situaciones que difícilmente pueden resolverse por otras vías. Además, la mediación elimina riesgos relacionados a corrupción, y dota a las partes de plena confidencialidad respecto del procedimiento y su resultado.

La maleabilidad de la mediación ha permitido su adaptación a procedimientos civiles, mercantiles y penales, y de manera especial y destacada a los conflictos familiares, que por muchas razones deben privilegiar la conservación de las mejores relaciones posibles entre las partes. Relaciones que los litigios, regularmente, terminan por demoler.

El nuevo horizonte de la mediación, es su traslado a procedimientos entre gobernados y gobernantes, otrora reservados exclusivamente a las formalidades propias de los técnicos y distantes procedimientos administrativos. Junto a este propósito, muchas de las leyes que han sido ajenas a la mediación están repensando su mecánica para insertar estas opciones.

Todo lo dicho es certero para explicar el crecimiento de la mediación en el país. Pero la gran ola que inunda al mundo jurídico en todas las jurisdicciones, es la certeza de que la mediación es la nueva forma de prevenir y resolver conflictos, alcanzando la paz entre las partes, incluso antes que la justicia. Esta inversión de premisas transforma el sistema desde sus cimientos y se inscribe en la nueva visión del derecho, de la ley y de sus protagonistas.

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