En medio de la emergencia, de manera casi invisible -como tantos otros temas por ahora relegados- pasamos por el 26 de abril, marcado en el calendario como el Día Mundial de la Propiedad Intelectual. Lo que regularmente es un momento apropiado para revisar los desafíos de la materia, tanto a nivel nacional como en el plano internacional, hoy adquiere una fisonomía diferente y única.
Un poco de manera coincidente, la edición de la celebración de este año está dedicada a la innovación orientada a la preservación del medio ambiente, que es una de las grandes promesas para un mejor mañana. Si en algo coincidimos casi todos en esta pandemia, es que los derroteros que han llevado a la sobreexplotación de los recursos del planeta, y a su destrucción gradual, deben cambiar de manera radical e inmediata.
En ese sentido, no se podrán postergar más los esfuerzos para dotar a la innovación de este tipo de ventajas y preferencias en los sistemas de patentamiento. Las iniciativas que han desembocado en dar trámite y beneficios fiscales a la innovación 'verde', deberán redoblarse en todos los países, así como apoyos resueltos para escalar este tipo de tecnologías al mercado.
En la parte farmacéutica, el monumental desafío que plantea el Covid-19 estará más presente que nunca en los jugadores destacados de la propiedad intelectual en el mundo. Si hay un sistema del que abreva naturalmente el sector científico de los investigadores y los laboratorios es precisamente el de patentes, que hoy debe erigirse como el mecanismo de comunicación de datos más confiable para desarrollar las curas y vacunas que necesitamos. Hoy, la parte colaborativa y abierta del sistema podrá demostrar que el aporte de la propiedad intelectual a lo largo de tres siglos de recompensar la innovación tiene sustento, y que la ecuación de la exclusiva de explotación aún hace sentido en un mundo inmerso en la incertidumbre.
Del mismo modelo del que han surgido miles de medicamentos, implementos, equipos, dispositivos, pruebas de diagnóstico y soluciones de todo tipo para el mejoramiento de la salud de todos, de ahí mismo surgirán las nuevas tecnologías para derrotar a la pandemia. De hecho, puedo apostar que la solución ya está anticipada en miles de documentos de patentes que han ensayado métodos de todo tipo para responder a virus como este. Las nuevas soluciones serán resultado, solamente, de conectar adecuadamente conocimiento preexistente.
Ante este escenario, de han quedado relegados, para otro momento, los planes para mejorar los sistemas legales y las figuras de protección de los derechos en los tratados internacionales, así como los esfuerzos para llevar la propiedad intelectual a los rincones más apartados de la geografía y de la política.
Si la propiedad intelectual logra aprovechar esta coyuntura para demostrar su indudable eficacia, y logra contarlo adecuadamente, muchos de los escaños que ha perdido en los últimos años los podrá recuperar de un solo golpe.