Mauricio Jalife

Listo México en propiedad intelectual para cumplir con T-MEC

Cuando el T-MEC entre en vigor en nuestro país, es presumible que nuestra legislación interna ya esté adecuada al mismo, gracias a la clarividencia de nuestros legisladores.

La inesperada noticia de la renegociación del texto del renegociado Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá -usted perdone el trabalenguas-, y su culminación el día de ayer, marcan una pauta novedosa en todos los temas que este acuerdo involucra. Sin duda una buena noticia para nuestro país, a menos de que los cambios sean de tal profundidad y orientación, que lo ganado se pierda.

Atendiendo a las predicciones, dada la final empatía mostrada por los demócratas del vecino país al texto final del tratado, el Congreso tendría que aprobarlo rápidamente y su entrada en vigor se daría antes de lo esperado. En el caso de México, dado que el Senado ya había aprobado el texto negociado en 2018, solo restaría aprobar las modificaciones, lo cual sucederá sin sobresaltos.

De acuerdo a como se han dado los "tiempos" en estos temas, resultará que, cuando el T-MEC entre en vigor en nuestro país, es presumible que nuestra legislación interna ya esté adecuada al mismo, gracias a la clarividencia de nuestros legisladores. La realidad es que, en un movimiento ciertamente oportuno, el proyecto de nueva Ley de la Propiedad Industrial que el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial gestiona ante el Senado cumple ya, en un alto porcentaje, con lo comprometido en el capítulo 20 del tratado, que es el que contiene las disposiciones en materia de patentes, marcas, secretos industriales y derechos de autor.

El tema no es cosa menor. En la mayor parte de negociaciones multilaterales, Estados Unidos impone una serie de estándares de muy difícil cumplimiento a sus socios comerciales, en aras de lograr el más alto respeto a los derechos de propiedad intelectual de sus influyentes corporaciones. La labor de una balanceada legislación interna en la materia, es lograr ese cumplimiento sin atentar contra los derechos de la sociedad en temas sensibles como acceso a medicamentos, libertad de expresión en internet y daños punitivos por infracción de derechos, por señalar algunos.

En materia de patentes farmacéuticas el caso supone las mayores dificultades, dadas las enormes aristas que presenta. Todo lo que se puede reconocer en términos de campos de protección y años de eficacia a favor de los innovadores, juega en contra de las finanzas de los institutos de salud pública y de pacientes privados en enfermedades de alto impacto como cáncer y sida. El proyecto parece encontrar un punto intermedio entre ambos extremos, que permite no encender las pasiones y dejar un campo de juego parejo y utilizable.

En el tema de indicaciones geográficas se gesta otra encendida controversia, dada la especial animadversión de los estadounidenses por aceptar la protección europea de sus nombres de quesos y vinos, y que logró escalar niveles altos de protección en México con reformas en 2018 a favor de la novedosa figura. La solución que la iniciativa plantea se va más al lado de la protección, pero deja algunas oportunidades para que las empresas previamente usuarias de nombres genéricos puedan continuar exportando a México sin limitaciones extremas.

En el contexto, resulta interesante observar cómo las más neoliberales decisiones del pasado, como lo fue el impulso y firma de este tipo de tratados, es celebrado con tanto júbilo por el Gobierno federal en turno, como logro propio. Así, todos felices.

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