Mexicanos Primero

¿Por qué le tenemos miedo a la evaluación?

Este ciclo escolar cierra sin una evaluación integral a nivel nacional de los aprendizajes de nuestras niñas, niños y adolescentes.

Directora de Monitoreo de Indicadores Educativos.

El martes 16 de julio concluyó oficialmente el ciclo escolar 2023-2024, ciclo en el que estrenamos modelo educativo para los más de 24 millones de estudiantes de educación básica. En agosto de 2023 se anunció con algarabía que se iniciaba la aplicación en las aulas de un nuevo modelo educativo y de una nueva forma de enseñar y aprender: La Nueva Escuela Mexicana. Esto implicó no solo un cambio en los planes y programas educativos, también la creación de una generación de libros de texto gratuitos.

El anuncio implicó controversias y opiniones encontradas, escuchamos de todo: desde amparos en contra de la entrega de los libros de texto y retrasos en la distribución; pasando la detección de algunos errores en las ediciones, hasta una defensa férrea de la autoridad educativa de este material para el nuevo modelo educativo. A pesar de todo la Nueva Escuela Mexicana llegó a las aulas, las y los docentes resolvieron, como lo hacen siempre, para que sus alumnas y alumnos aprendieran a través de proyectos comunitarios, escolares y de aula.

Concluido el ciclo escolar nos preguntamos: ¿cómo nos fue con este nuevo modelo? ¿Los estudiantes aprendieron más? La respuesta, tristemente, es que no sabemos. Este ciclo escolar cierra sin una evaluación integral a nivel nacional de los aprendizajes de nuestras niñas, niños y adolescentes. En 2019, se dio un cambio de rumbo y se dejó atrás el Sistema Nacional para la Evaluación de la Educación que incluía pruebas nacionales e internacionales sobre el aprendizaje de las alumnas y los alumnos, evaluaciones sobre las condiciones de la oferta y las políticas educativas. Se reemplazó por un Sistema Nacional para la Mejora Continua de la Educación que, si bien incluye una evaluación diagnóstica, deja fuera otros aspectos fundamentales como son las pruebas internacionales.

La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) realizó al inicio del ciclo escolar esta evaluación diagnóstica, pero aún no ha dado a conocer sus resultados. Con esto se ha dejado pasar la oportunidad de usar los resultados para orientar la práctica pedagógica de las y los docentes y reforzar en las aulas los conocimientos que aún no han sido adquiridos por las alumnas y alumnos.

Seguiremos esperando su publicación, y esperamos también que la Mejoredu no desaparezca dejando de nueva cuenta un vacío institucional sin un organismo responsable de dar cuenta del estado de la educación en nuestro país. Estos vacíos institucionales, y en gran medida el desinterés de la autoridad educativa federal, han dejado a México fuera de varias evaluaciones: el Estudio Regional Explicativo y Comparativo de la UNESCO, Cívica de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA) y quizá también de PISA 2025.

¿Por qué le tenemos miedo a la evaluación? La evaluación ha sido vista como un castigo, se le ha llamado punitiva en muchas ocasiones, pero en realidad es una herramienta que orienta mediante datos las políticas educativas, brinda información importante para mejorar de manera integral el sistema educativo. Se debe considerar como un instrumento sumamente valioso para la rendición de cuentas, y permite que madres y padres de familia y la sociedad en general conozcan si el presupuesto que asignan a la educación garantiza que las niñas, niños y adolescentes aprendan en la escuela. No tengamos miedo a la evaluación, es necesario que la próxima administración conozca los números con los que va a recibir el encargo.

En Mexicanos Primero consideramos que evaluar es parte del derecho de las niñas y los niños a la educación, ya que no basta con que los estudiantes acudan a la escuela, en ella deben adquirir aprendizajes que les permitan el desarrollo pleno como seres humanos.

COLUMNAS ANTERIORES

Revisemos La Escuela es Nuestra
Presupuesto educativo e inequidad: ¿van de la mano?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.