El lunes pasado regresaron a clases más de 24 millones de estudiantes de educación básica; con ellos regresó el tráfico intenso de las mañanas en las ciudades y también regresaron las promesas políticas. Para muestra basta decir que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, prometió becas para 21 millones de alumnas y alumnos de preescolar a superior de escuelas públicas de nuestro país, con montos que irán desde los 600 hasta los dos mil 400 pesos bimestrales por estudiante.
¿Podemos esperar que esta sea la política educativa más importante del sexenio? Todo parece indicar que sí, ya que se trata de dar continuidad a lo que se realizó durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador. Las becas no son una nueva promesa en nuestro sistema educativo, de una u otra forma han estado presentes durante los últimos seis sexenios, ya sea mediante los programas sociales de transferencia directa a las familias como Oportunidades y Prospera o con en el Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez de los últimos seis años.
Estamos escuchando viejas promesas, por lo que podemos esperar también los mismos resultados. Las becas pueden tener impacto en la asistencia escolar, pero no son una política que impulse la mejora de los aprendizajes. Los únicos requisitos que existen para que las niñas, los niños y adolescentes reciban estos apoyos son presentar una identificación oficial y un comprobante de estudios, pero no se dice nada sobre el desempeño escolar. Es por eso que resulta cuestionable que los objetivos que la presidenta electa plantea para su beca universal sean reducir la deserción escolar y mejorar el rendimiento académico al aliviar la carga financiera sobre las familias.
En Mexicanos Primero reconocemos que estos programas de apoyo financiero pueden tener efectos positivos en la permanencia de las y los estudiantes que podrían abandonar sus estudios por dificultades económicas, ya sea porque se tienen que incorporar al mercado laboral o porque su familia ya no puede cubrir los gastos que implica que asistan a la escuela. Pero se están perdiendo de vista otros factores que intervienen en la exclusión escolar, particularmente los bajos logros de aprendizaje. Una alumna o un alumno que no entiende los contenidos que está viendo en clases o que empieza a tener bajas calificaciones, podrá abandonar la escuela a pesar de contar con una beca.
Actualmente sabemos muy poco de lo que está pasando con el logro de aprendizajes a nivel global, ya que no contamos con evaluaciones que ayuden a medirlo y mejorar los contenidos de los planes y programas educativos. Si bien cada estudiante recibe su reporte de evaluación, no tenemos un termómetro de lo que pasa a nivel del sistema educativo; ya no existe la prueba PLANEA, ya no se aplicará la prueba ERCE, no tenemos certeza sobre la aplicación de PISA, y está a punto de desaparecer la MEJOREDU, institución encargada de realizar evaluaciones diagnósticas en nuestro país. Sin la información que nos proporcionan las evaluaciones, poco o nada podemos hacer para reorientar los contenidos que se dan en el aula.
Existen muchas carencias en el sistema educativo, que no se pueden solucionar únicamente con más becas. No se trata solo de dar continuidad a las políticas educativas actuales, es necesario hacer un diagnóstico profundo de lo que requiere el sistema educativo para lograr el objetivo de que todas las niñas, los niños y adolescentes acudan a la escuela y aprendan en ella. En Mexicanos Primero hacemos una invitación a la presidenta electa para que en este nuevo ciclo escolar voltee a ver las carencias en términos de infraestructura escolar, de métodos y materiales educativos, de formación docente y de planes y programas, para que no todo quede en viejas promesas y podamos tener nuevas realidades.