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América y Chivas: dos mundos distintos

Para las Chivas, perder dos clásicos de manera consecutiva resulta alarmante, más aún de la forma en que lo hicieron, analiza Miguel Gurwitz

La distancia actual entre Chivas y América es gigantesca.

Uno se asume como grande y juega como tal, que si no le asisten los argumentos con la pelota, le sobran los que tienen entre las piernas.

América es un gallo de pelea al que nada se le puede regalar. Claro está que mira de lejos a los imbatibles, pero habrá que reconocerle el enorme espíritu combativo y que va recobrando la memoria colectiva.

El otro hace de la crisis un estado natural: sin capacidad combativa ni futbol. Además se ha vuelto autocompasivo, ya que cada vez se acude más al resguardo bajo el argumento de lo difícil que es pelear con puros mexicanos, pisoteando así la historia del equipo.

Si bien es cierto hoy es más difícil competir tomando en cuenta la apertura para el futbolista extranjero, cierto también es que el juego colectivo de este equipo está muy por debajo de lo que su plantilla permite imaginar, ya que no tiene un mal plantel. Y no es la posición en la tabla lo que motiva la preocupación entorno a Chivas, ya que sólo son dos puntos los que lo separan del octavo puesto (aunque ciertamente se necesita ser muuuuuuuy malo para que a estas alturas del campeonato no cuentes con aspiraciones matemáticas). No, no es lo numérico, es la inestabilidad anímica y futbolística. Es la falta de un sello, de una idea general. Es la asombrosa incapacidad de pelear ante el adversario más grande.

Perder dos clásicos de manera consecutiva resulta alarmante, más aún de la forma en que lo hicieron: sin meter las manos; porque más allá de los últimos 20 minutos del encuentro sabatino, donde ciertamente jugó un poco mejor, Chivas nunca estuvo cerca de ganar y no mereció mas de lo que obtuvo, ya que fue inferior en todos los aspectos del juego.

Guadalajara es un equipo grande, uno que no puede darse el lujo de argumentar con 20 minutos de un futbol mediano y con el rival completamente relajado. En qué momento se deterioraron los valores; en qué momento pasamos del "los clásicos hay que ganarlos como sea", al "prohibido perderlos", hasta llegar al "jugamos bien 20 minutos". ¡No! Eso no es el Guadalajara.

En juego la Liguilla, el prestigio y, de no ser por Atlas, Querétaro y el descenso de chocolate que tenemos hoy en la Liga, Chivas debería preocuparse por la tabla de cocientes para la temporada que viene.

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