Pudo haber elegido cualquier destino: Asía, Medio Oriente, Estados Unidos, México… cualquiera.
Pudo optar por la ruta más corta también, esa que implica menos y genera más. Un futbol de mediana o mala calidad pero con salarios estratosféricos, quizá el mejor de su carrera.
No todos se resisten a hacer menos y ganar más. No todos eligen la complejidad por encima de la comodidad, menos cuando ya han conquistado y dejado huella; cuando ya han trascendido y dejado su nombre en el libro de historia.
Porque bien dicen que lo difícil no es llegar a la cima sino mantenerse, y eso implica no perder el deseo de trascender y de ser mejor.
Hablo de Javier Chicharito Hernández, el goleador HISTÓRICO de la Selección Nacional. El que lleva nueve años en Europa jugando en tres de las cinco ligas más importantes. El que marcó 53 goles en Inglaterra; el que promedió casi un gol por cada tres partidos en los que apareció con el Real Madrid. El de los 28 goles en Alemania en 54 juegos y el que ahora mismo, pudiendo haber buscado un final de carrera más cómodo, mejor pagado y alejado de todo, optó por la competencia deportiva.
Así de simple: Javier Hernández, con todo lo que ha logrado, optó a sus 31 años por ganar menos dinero con tal de jugar en una liga de mayor consideración de las arriba mencionadas, ecuación contraria a la mayoría de los jugadores con jerarquía.
Ya no está en posición de sacrificar nada, todo lo contrario, después de la ruta recorrida está para capitalizar aún más su trayectoria, pero aún así eligió lo contrario.
Esto lo define. Deja muy claro lo que ha sido y quiere ser, y por las reflexiones escuchadas y leídas, es claro también que en nuestro país aún no entendemos quién es Javier Hernández y lo que ha logrado.
¡He dicho!