Dos colores que hace tiempo no brillan en el futbol mexicano. Dos equipos que han pasado más malas que buenas y que poco se acercan a la grandeza de su historia.
Hablamos evidentemente de Cruz Azul y Pumas. Uno optó por una limpieza profunda que abarcó desde los escritorios hasta la cancha pasando por el vestidor donde se deshicieron de lo que a su entender, no era sano para el grupo.
Hoy, esta apuesta por recuperar el proyecto histórico de Pumas que encuentra sus cimientos en la generación de talento hecho en casa y buscar en el extranjero piezas angulares para dirigir el proyecto, parece estar funcionando. La cantera encontró luz al final del túnel así como los presupuestos, y no porque engordaran, sino porque hasta este primer tercio de torneo parece más inversión que gasto.
Pumas es líder: juega bien, no solo porque lo demuestra en la parte táctica sino porque a esa visión se le imprime la indispensable dosis de coraje y amor propio. Es dinámico y capaz con un plantel discreto, tan discreto que la duda radica en dos sentidos: primero, ver si logran mantener esta inercia el resto del torneo, y dos, la experiencia en momentos determinantes. En otras palabras, veo un equipo solido pero no lo suficiente para hacerle frente a los grandes planteles que podrían encontrarse en la Liguilla… solo el tiempo dirá.
Cruz Azul por su parte se aleja ligeramente de los enormes signos de interrogación que los acompañó en las primeras jornadas. Su futbol ha evolucionado y sus muy discretos refuerzos empiezan a funcionar como tal consiguiendo tres victorias en cuatro partidos que los ubica sextos en la tabla.
Ha mejorado, sin duda, aunque el crédito en términos de credibilidad con este equipo son nulos, y no hace falta explicar las razones de esto.
Mucho torneo por jugarse pero al menos estos dos, están por encima de lo esperado.
¡He dicho!