He Dicho

El 'blind date' de Martino

A Gerardo Martino le corresponde la enorme responsabilidad de lograr un cambio generacional, lo que a todas luces trae complicaciones, escribe Miguel Gurwitz.

Ya lo tuvo, fue medianamente a ciegas la primera cita del Seleccionador Nacional con sus jugadores.

Los ha visto, pero no los conoce, no sabe cómo son, cómo se comportan, cómo se expresan.

Para Gerardo Martino el tiempo es oro y mientras más oportunidades tenga de convivir y conocer las posibilidades que le brindan los futbolistas mexicanos, más rápido podremos ver cómo pretende cumplir las metas establecidas.

La primera toma de contacto en este caso es de alto valor, ya que en estas horas podrá convivir con algunos que probablemente tengan que esperar un buen rato para volver a ser considerados, ya que cuando venga la fecha FIFA, los de afuera ocuparán la mayoría de las plazas disponibles (salvo Layún y Salcedo, claro está).

Fue el primer día de un proceso que ojalá resulte duradero, uno que tiene como misión no sólo jugar el quinto partido, ganar la Copa Oro, calificar al Mundial con cierta comodidad, etcétera, etcétera. Esos son los objetivos, lo interesante será ir descubriendo cómo y con quién podrá alcanzarlos.

Y es que a Gerardo Martino le corresponde la enorme responsabilidad de lograr un cambio generacional, lo que a todas luces siempre trae complicaciones, primero por la materia prima, que en ese sentido, sin ser potencia, México regularmente produce buenos futbolistas. Es la elección, sí, pero también requiere un manejo inteligente para que el cambio no provoque irritaciones ni lastimaduras: saber comunicar que los de gran experiencia dejarán de ser figuras (con lo que eso implica); otros que a pesar de contar con la edad han perdido condiciones y creen que son más de lo que sus resultados revelan y a su vez repartir la carga de presión con los de recién ingreso.

Echado a andar pues esto de los miniciclos que tanta ámpula levanta entre directivos y entrenadores por el riesgo que dicen se corre al ceder a sus futbolistas a entrenar en otra ciudad otro sistema y otro ritmo, pero cuando viene el tiempo de venta de esos mismos futbolistas cambia radicalmente la perspectiva por el alto valor que adquiere su jugador por vestir la camiseta de la Selección Nacional.

La Selección es primero, reza la frase, aunque detrás de estas letras se esconda el pensamiento que esto aplica si la situación es de extrema urgencia, léase, cuando esté en riesgo la calificación al Mundial.

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