Está hecho: Oribe Peralta ya esta en Guadalajara enfundado en la camiseta que más lastimó deportivamente hablando. Así es el futbol… exactamente como debería ser, libre de condiciones y abierto a cualquier tipo de contrataciones que beneficien el prestigio de los clubes y la trayectoria de los jugadores.
No entiendo el drama del cambio.
Pedimos a gritos que se eliminara el pacto de caballeros para que los equipos y el futbolista pudieran contratarse libremente, y ahora que esto sucede, pedimos que se establezca un pacto con tintes de romanticismo que prohíba la libre circulación de talento.
Primero: El jugador como todos los trabajadores, podrá guardar cierto cariño a las equipos que le brindaron una oportunidad, pero solo eso, cariño o agradecimiento, el resto es solo trabajo y negocios.
Segundo: El jugador está para jugar donde mejor se sienta, mejor le paguen y encuentre comodidad.
Tercero: Los equipos buscan en el mercado lo que mejor les acomode, y tomando en cuenta la restricción histórica del Guadalajara, Oribe es, con todo y sus 35 añotes, una gran alternativa en términos de liderazgo y rendimiento deportivo.
Quienes piensan que América y Guadalajara no deberían cambiar o venderse jugadores, les pido que hagan el mismo ejercicio moral pero con las empresas en las que trabajan quitándoles una oportunidad para crecer laboral y económicamente. Luego me dicen si siguen considerando el cambio de trabajo un "sacrilegio".
No es que el amor a la camiseta sea cosa del pasado, no, es un concepto que se ha ido desvirtuando. Ese "amor" tiene que ver con el respeto y profesionalismo con el que la portas utilizando la excelencia como herramienta, pero nadie puede amar a una empresa o una camiseta más de lo que ama a su familia y su carrera.
El amor a la camiseta sigue teniendo cabida en estos tiempos, solo hay que entender bien el significado.
He dicho!