He Dicho

El mensaje de Caraglio

Siempre me he preguntado cómo es que un jugador se atreve a criticar a su afición por desleal, convenenciera o resultadista, escribe Miguel Gurwitz.

Los jugadores de Cruz Azul no están para ponerse románticos ni exigentes, mucho menos para mandar mensajes criticando a su afición. Eso de "en la buenas todos, pero en las malas pocos" no es más que una señal de desesperación y frustración.

Sabe Milton Caraglio, autor del mensaje, que el deporte es así, en las buenas llega todo: salario, fama, prestigio, proyección, etcétera, mientras que las malas hay una sola compañera leal: la soledad.

Siempre me he preguntado cómo es que un jugador se atreve a criticar a su afición por desleal, convenenciera o resultadista, y cuando una mejor opción para su futuro se presenta lo que menos contiene el análisis para cambiar de camiseta es lo que la misma afición pueda llegar a sentir.

El deportista en general exige una lealtad que él mismo no está dispuesto a ofrecer. Solicita apoyo incondicional cuando su amor por el equipo no lo es. Exige estar siempre ahí tanto en buenas como en malas, algo que hoy por hoy no sucede del otro lado. Es decir, el futbolista exige permanente lealtad, algo que no está dispuesto a ofrecer cuando llegan mejores condiciones para su carrera que implican dejar al equipo.

No, no va por ahí, mucho menos con una de las aficiones que se ha dedicado a coleccionar heridas y fracasos en más de 20 años; que ha sufrido más de lo que ha gozado; cuando hay una desproporción entre gozo y sufrimiento. No, no les puedes pedir más de lo que tú mismo estás ofreciendo y menos cuando tu presencia en el club tiene pocas historias que contar.

A la afición no se le exige ni se le critica, se le convence con partidos dignos de memoria, con victorias y campeonatos. Se le motiva con grupos de jugadores capaces que logran escribir capítulos brillantes en la historia del club. No con subcampeonatos ni derrotas honrosas; no sólo peleando, sino ganando, conquistando.

Y sí, en las buenas todos porque la victoria es amiguera y la derrota huérfana, solitaria... nada que no sepa el mismo Milton Caraglio.

A una afición que de "buenas" ha tenido "pocas", la crítica no ayuda.

¡He dicho!

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