Suficiente tenemos con el barra brava como para encontrar en el futbolista retos, insultos y ataques.
¡No! El jugador no puede ser un aficionado más, menos si se trata de uno revoltoso e inconsciente, uno que no termina de entender que la disciplina no encuentra su frontera en las canchas de entrenamiento o en los estadios. Uno que no comprenda lo que está sucediendo y los tiempos que vivimos.
Mensajes como los de Nicolás Castillo no deben ser permitidos o pasados por alto.
El futbolista debe salir de esa burbuja y asomarse a la realidad, esa que no se aprecia desde el camión que va escoltado y protegido para entrar y salir del estadio. Esa que no se percibe desde el sillón de la casa. Esa a la que tristemente parecen ser inmunes.
Si pedimos un alto a la violencia, el asunto debe empezar desde adentro, por lo mismo resulta imperioso el control vía reglamento de los clubes y de la propia Liga; es decir, que se castigue a cualquier afiliado que incite, provoque o promueva la violencia en cualquiera de sus formas, en las que por supuesto deben entrar los medios sociales.
Es triste que muchos jugadores no entiendan el daño y las consecuencias de un post. Me parece increíble que no tengan la capacidad de ponerle perspectiva al asunto y que no se les complique que incluso SUS redes, también representan a las instituciones que pagan su salario.
Necesitamos mayor conciencia y colaboración de quienes hacen grande este juego, ya sea un tema de voluntad o de manera obligatoria.
Es un juego, sí, pero deben jugarlo con madurez, inteligencia y responsabilidad.
Urge el reglamento.
¡He dicho!