Sea quien sea en nuevo entrenador de Cruz Azul, debe ser elegido única y exclusivamente por Ricardo Peláez.
Para eso existe la figura del director deportivo, uno que sabe y que ha demostrado que sus decisiones son mayormente acertadas. Uno que se defiende con proyectos exitosos en el pasado y porta credenciales exageradamente anheladas en Cruz Azul: trofeos.
Infalible no es, claro, y la continuidad de Pedro Caixinha resultó, con el pasó del tiempo, una mala decisión, pero un error no puede definir la carrera de Ricardo Peláez, además, sabiendo cómo se manejan las cosas ahí, es probable que el mismo Billy haya sido quien sugirió la continuidad del portugués.
Lo cierto es que la situación no daba para más ya que el equipo no jugaba partidos de 90 minutos. Se convirtió en un cuadro bipolar que no atacaba ni defendía bien.
No había argumentos para sostener que el proyecto supuestamente estaba en el "camino adecuado" y, como lo establecí la semana pasada en este mismo espació, en Cruz Azul no caben las aspiraciones sin fundamentos y los fundamentos se desvanecen cuando las vitrinas siguen vacías. Cruz Azul ya no está para pelear finales sino para ganarlas. Eso es lo único que vale.
Parece una vieja y aburrida frase en el futbol pero en esta ocasión cabe ya que lo menos visto en este equipo son los proyectos, y si Billy Álvarez sigue creyendo en Ricardo Peláez, debería dejar que fuera él quien elija al nuevo entrenador.
Nada importa si jugó ahí en el pasado o no, si es de dizque sangre azul o roja. Cruz Azul no está para romanticismos, está para dar resultados, y en ese intento el más calificado ahí es su propio director deportivo.
Que sea una decisión pensada, no un capricho.
¡He dicho!