He Dicho

Sin frases ni besos... con goles

Aquellos días de rivalidad y odio han cambiado por amor y lealtad. Así es el futbol actual y hay que saber adaptarse, escribe Miguel Gurwitz.

Sabemos que en estos tiempos la palabra y la memoria son comadres de la conveniencia, y que cualquier indigestión provocada por el atragantamiento de palabras encuentra su cura con medicina impresa en receta sobre billete verde.

Aquellos días de rivalidad y odio han cambiado por amor y lealtad. Así es el futbol actual y hay que saber adaptarse.

Nico Castillo lo sabe y, a pesar de haber alimentado la gran rivalidad que existe entre Pumas y América cuando jugaba con los primeros, no tuvo empacho en establecer que llega al club "más grande de México", importándole dos bananos lo extraño que sonarían dichas palabras saliendo de su boca. Pero da igual porque es lo que marcan los tiempos actuales, y si a los clubes les viene guango el pasado, por qué a nosotros no.

Pero ni besar la camiseta (acto que llegará muy pronto, estoy seguro), ni declarar públicamente el amor que siente por su nueva institución tendrá valor si no se complementa con goles, con muchos goles, con la cuota que lo coloque en la dimensión de su contrato. Porque para eso fue adquirido y puesto al nivel de figura y verdadero refuerzo; no con polémicas, ni declaraciones ni mensajes a través de las redes sociales, con goles en momentos importantes: que definan juegos y contribuyan a la búsqueda del bicampeonato.

Sabe Castillo que no será tarea fácil, y lo digo con enorme respeto a la institución Universitaria, pero nada tiene que ver la presión de jugar en un equipo y en otro, tampoco las repercusiones de sus actos, tanto buenos como malos. Hay jugadores que fuera del América gozan el papel de villano, pero serlo por naturaleza es diferente, y lo digo porque jugar en América te hace ser visto de otra manera, con lo bueno y malo que esto conlleva.

Por lo mismo será importante que asimile que los beneficios con los que contaba en Pumas habrán de desaparecer. Deberá entender, también, que en América se juega para el equipo y no al revés.

Entrenado como uno más y jugando como estrella, así la expectativa, alta, tan alta como su salario y su cuota goleadora. ¡He dicho!

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