Coincidimos si pensamos que el "hubiera" es el mundo ideal de los soñadores o de los tontos, pero déjeme viajar y unirme a la población con una pregunta muy simple: ¿De qué tamaño sería el escándalo si el árbitro Juan Joel Rangel, en lugar de colaborar con Xolos de Tijuana, lo hiciera con América y la situación del sábado hubiera sido al revés?
Creo que todos tenemos la respuesta.
Bajo cualquier óptica, no es correcto que el colaborador de un equipo sea uno de los encargados de impartir justicia, mucho menos si se trata de manera directa, y si Rangel colabora con Xolos a través del Sistema Nacional de Capacitación con sede en Tijuana, el "sospechosismo" está perfectamente fundamentado.
No se trata de pensar mal para acertar, sino de hacer preguntas indispensables, por ejemplo: ¿Por qué el departamento de comunicación del equipo negó que Rangel estuviera en el estadio la noche del sábado siendo que el reporte oficial dice todo lo contrario?
¿Por qué Rangel ha participado como oficial del VAR en cinco partidos de 13 para Tijuana? Casualmente los cinco que Xolos ha jugado como local.
Si aparece o no en la nómina es irrelevante ya que para establecer que existe posible conflicto de intereses no es necesario un cheque de por medio ya que a eso le llamaríamos trampa, corrupción, soborno, etcétera. Basta con que el juicio de una persona esté relacionado a un interés primario y donde la integridad de sus acciones estén indebidamente influenciadas por beneficio propio o de un tercero para plantear un escenario donde exista conflicto de intereses.
Está mal por donde quiera que lo veamos ya que un asesor o colaborador de un equipo no puede, bajo ninguna circunstancia, ser parte del equipo que imparte justicia.
No podemos acusar a nadie porque simple y sencillamente no existen pruebas para hacerlo, pero en un ejercicio ético, alguien de la Liga o el mismo club debería reconocer que esta situación no ayuda en lo absoluto en términos de transparencia y juego limpio.