Lo más fácil es desacreditar el triunfo de la Selección Mexicana estableciendo que el rival fue tan flojo como los esfuerzos de algunos exdirectivos para erradicar el grito que hoy nos pone frente a una eventual descalificación del proceso mundialista.
Decir que, por tratarse de un equipo alternativo de Trinidad y Tobago, lo hecho el miércoles en Toluca no tiene valor alguno, resulta injusto, por decir lo menos.
Gerardo Martino hace lo correcto al darle la debida dimensión a las oportunidades de trabajo que se le presentan, y eso incluye a los jugadores que utiliza para determinados retos. Un equipo joven e inexperto necesita pruebas de este tamaño y, en la medida de su crecimiento futbolístico debe ir la exigencia de los adversarios y de las implicaciones que tienen los partidos.
Dejemos que el proceso de crecimiento tome su ritmo natural y no expongamos a estos futbolistas a juicios ligeros, entre ellos a José Juan Macías que utilizó el gol como su carta de presentación en su debut como seleccionado mayor.
Qué méndiga necesidad tenemos de menospreciar y comparar, y no es que sean odiosas, ya que el ejercicio es atractivo y válido cuando tenemos parámetros para establecer medición. Lo digo por aquellos que para darle valor al delantero del León requieren incluir en la discusión a Raúl Jiménez y Javier Hernández. No siempre es necesario evaluar el presente prediciendo el futuro y estudiar el pasado. A las cosas hay que darles su propio valor en tiempo real y, en ese sentido, JJ Macías es un buen futbolista que ha logrado superar la incapacidad de directivos y entrenadores de Chivas que pensaron sería mejor tenerlo lejos, y después, como todo delantero mexicano, batallar todos los días con la sobrepoblación de jugadores extranjeros.
Ni crack del futuro ni partido inservible.
Todo con medida.
¡He dicho!