Resulta que nadie sabe, ni el presidente.
Sorprendido no sería la palabra exacta para describir cómo quedé después de escuchar a Guillermo Álvarez en relación a la posición de Víctor Garcés en el organigrama, estructura, club de futbol o todo lo que tiene que ver con el equipo.
No me cabe en la cabeza que una persona se siente en la sala de prensa del club, presente al nuevo entrenador y, dos días después, quien ocupa la silla más importante en la institución diga en público que la participación de dicha persona está sujeta a interpretación: "Sobre algunos otros elementos y declaraciones de carácter jurídico, no es el momento de aclarar, que si de vicepresidentes o no, eso está todavía sujeto a una interpretación", dijo Billy Álvarez. ¿Cómo? ¿Esto quiere decir que el presidente del equipo no sabe quiénes son sus vicepresidentes?
Si bien es cierto dejó en claro que Garcés no pertenece a la Cooperativa, no liquidó el tema para poder transmitir la tranquilidad necesaria hacia adentro y hacia afuera de la institución.
En fin, si se trata de una estrategia o no lo descubriremos en las siguientes semanas, ya que a esta historia le hacen falta muchos capítulos.
Como también hace falta que alguien en la Federación Mexicana establezca condiciones más claras con Soccer United Marketing (empresa que tiene los derechos de la Selección Mexicana en Estados Unidos).
No es la primera vez que el Alamodome de San Antonio presente un campo de juego en lamentables condiciones, tan lamentables que pone en riesgo la integridad de los futbolistas.
La escena de Gerardo Martino junto a los directivos quejándose por el estado de la cancha la he visto no menos de diez ocasiones, solo cambia el año y los personajes, más no las condiciones. Es decir, misma cancha, misma queja, misma solución: ninguna; solo queda el dulce sonido de la caja registradora.
Una verdadera pena que ante tan buen sinodal se juegue en tan vergonzoso campo.
En resumen con ambos temas: todo se mueve, pero no avanzamos.
¡He dicho!