Miscelánea de Arte y Cultura

Glaciares mexicanos: inminente extinción

Los cuadros del Dr. Atl son un registro del estado de los volcanes en su época y en comparación con el actual, notamos que mucho han cambiado, pues sus glaciares han disminuido.

Este año se festeja el 175 aniversario del natalicio de Gerardo Murillo, paisajista y muralista cuya obsesión pictórica fueron los volcanes que siempre lucen imponentes en sus obras, muchas veces coronados por el elemento que da seudónimo al artista: atl, agua en náhuatl, en estado gélido y sólido. Escribió el mismo Murillo, quien también dedicaba poemas a estas montañas: El Universo entero derrama sobre el Volcán el imponderable fluído —llueve luz— llueve luz del Cosmos sobre el Mundo y la Montaña baña su cima nobulosa infinita del Caos pulverizado en soles.

Los cuadros del Dr. Atl son un registro del estado de los volcanes en su época y en comparación con el actual, notamos que mucho han cambiado, pues sus glaciares han disminuido, en algunos casos prácticamente han desaparecido y si estos se derriten, no solo el paisaje cambiará. Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que un glaciar es "una masa de hielo que tiene movimiento y que tienen un régimen de alimentación y pérdida. La alimentación se da por medio de la precipitación sólida, ya sea a través de nevadas, o bien a través de la ventisca… Y la pérdida se da básicamente por fusión… bajan poco a poco a un ritmo de algunos centímetros por día… la masa de hielo tiende a fundirse y entonces se derrite". Al depender del clima, son normales las fluctuaciones: "se van haciendo cada vez más pequeños y eso es básicamente un proceso natural que tiene que ver con el cambio climático", sin embargo, en la últimas décadas ha habido un incremento inusual en ese ritmo por el factor humano, por el calentamiento global.

En México los glaciares perviven en las tres montañas más altas del país: Pico de Orizaba, Popocatépetl e Iztaccíhuatl; en el caso del Popocatepetl, por la actividad volcánica y la intensa actividad industrial y urbana del Valle de México, los glaciares prácticamente se perdieron desde el año 2000 y se estima que el Iztaccihuatl los perderá en unos años. Pero en el Pico de Orizaba hay esperanzas de supervivencia, si se mantienen lejos las zonas industriales y el calentamiento global disminuye.

El Dr. Delgado, estudioso de estos glaciares, alerta que la aceleración del congelamiento-descongelamiento, sobre todo en zonas de gran pendiente, puede ocasionar situaciones de riesgo para la población por deslizamientos, y en todo caso provoca cambios en el ecosistema local, por ejemplo, puede aumentar la temperatura y en épocas de calor -al derretirse- ya no aportar agua a la flora y fauna. Por otra parte, estas masas configuran sistemas únicos que permiten observar de forma directa los cambios climáticos naturales y con ello entenderlos, de ahí la importancia de estudiarlos y mitigar los efectos de la industrialización y la deforestación, de lo contrario, más pronto de lo esperado solo quedarán los glaciares de los apasionados paisajes y poemas de Gerardo Murillo.

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