Gonzalo Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua, concluye con esta novela la trilogía que compone una saga familiar que incluye los títulos Tres lindas cubanas y El metal y la escoria. Al respecto charlamos con el autor, esta es la segunda parte de dicha entrevista.
Gonzalo Celorio presentó Los Apóstatas (Tusquets Editores) antes de terminar el 2020, novela en la que narra la historia de dos de sus hermanos: Miguel, el mayor de todos, importante figura paternal para el autor, y Eduardo, el más cercano a su edad. Ambos compartieron una temprana vocación religiosa que abandonaron por otros asuntos como la historia del arte y las luchas sociales, siempre inmersos en la complejidad de un proceder regido por principios en extremo rigurosos que los colocó tanto en el papel de héroes, como en el de víctimas de sus propias convicciones. Dos personas entrañables para el autor que trascienden el ámbito familiar por medio de un tratamiento novelístico que incluye el relato mismo de la construcción de la novela.
La metanovela no es un recurso novedoso y al respecto el mismo Gonzalo Celorio lo enfatiza con una serie de ejemplos que van del Miguel de Cervantes a Javier Cercas: "a mí me sirvió para contar el drama de escribir la novela… porque la novela misma en el proceso de escritura me fue revelando muchas verdades que yo no conocía, que eran secretas, que estaban ocultas para mí y todo esto fue realmente doloroso". El académico, interesado en el proceso de escritura literaria, expone también en el metarelato su teoría de la literatura, sobre todo de la novela, género que comenta es "muy amplio, muy sucio como decía Carlos Fuentes, en donde puede caber prácticamente todo", en el caso de Los Apóstatas, se hacen lugar la historia y la imaginación:"Yo no creo que podamos hacer una escisión entre la realidad y la imaginación porque la imaginación es también parte de los atributos de la realidad."
La imaginación es la que consolida memorias, testimonios, documentos e información sobre las vidas y eventos que vivieron Miguel y Eduardo: "parto de algunos datos que puedo recabar, pero en el proceso de escritura esos datos van necesitando de la imaginación que los vaya articulando", pues los datos no hablan por sí mismos, afirma Celorio, "el historiador, por más fiel a la veracidad que sea, tiene que utilizar la imaginación para que esos datos vayan cobrando significación y coherencia discursiva y si eso es en el caso del historiador, pues con mayor razón en el caso del novelista que no tiene estas limitaciones de la veracidad, sino en una novela de carácter más bien realista, como las que yo hago, pues sus únicos límites son los de la verosimilitud". Concluye el autor, "el resultado finalmente yo creo que es lo importante y puede ser quizás, con los atributos de la imaginación, más verídico que si hubiera tenido todos los datos disponibles". El resultado para el lector, es el de una historia que le será extraordinariamente significativa.