En teoría, el precio de la gasolina en México se determina de manera libre desde el pasado mes de noviembre de 2017. En realidad, el gobierno aún mantiene un grado de control importante sobre el precio.
A partir de la liberalización se esperaba que los precios fluctuaran al alza y a la baja como reflejo de sus determinantes básicos, por ejemplo, el precio del crudo, la escasez, eficiencia en la cadena de suministro, etc.
En realidad, la fluctuación en los precios de las gasolinas ha reflejado estos factores tan solo de manera parcial. Con respecto al año pasado, los precios del crudo han tenido un incremento del 20 por ciento, impulsando como es natural un alza en los precios de la gasolina. En el caso específico de la gasolina en Houston, el centro de comercialización más relevante para México, el incremento ha sido ligeramente superior al 20 por ciento.
Esto indicaría que el precio de la gasolina en Mexico tendría que haber seguido una trayectoria similar. En contraste, el precio de la gasolina en Mexico ha tenido un incremento mucho más modesto. Según datos del Inegi, la gasolina en el INPC en lo que va del año, se ha incrementado en 10 por ciento.
Este incremento que parece moderado en comparación con los movimientos internacionales no es el resultado de la entrada de mayores competidores ni de mayor eficiencia en los canales de distribución. La razón principal es la existencia de una política pública que busca amortiguar o suavizar las fluctuaciones (principalmente las subidas) en los precios de la gasolina.
A través de un mecanismo llamado "estímulo fiscal" el gobierno tiene la capacidad de ajustar cada semana los impuestos a la gasolina (me refiero al IEPS, que es un impuesto fijo de 4.6 pesos por litro). Es decir, a través de este mecanismo el gobierno ha estado absorbiendo una parte del aumento en el costo del combustible. En promedio en el año, este descuento patrocinado por el gobierno ha sido mayor a 2 pesos y a partir de la mitad de mayo, ya supera los 3 pesos.
Y aunque esta decisión tiene un beneficio inmediato y tangible sobre los consumidores, es justo preguntarse qué implicaciones tiene esto sobre las finanzas públicas. El impacto se refleja de forma directa en las cuentas del gobierno a través de menores ingresos. El cual calculo que puede llegar a los 50 mil millones de pesos, un 18 por ciento por debajo de lo que se esperaba recibir por este concepto.
Sin embargo, este faltante se vuelve una preocupación menor cuando los precios del petróleo están 20 dólares por arriba del precio que utilizó para realizar el presupuesto de la federación. Es decir, los ingresos adicionales por las exportaciones de crudo superan ampliamente a lo que el fisco está dejando de recibir por impuestos a la gasolina.
Con estos datos podemos decir que este año la decisión de mantener cierto control sobre los precios de la gasolina es autofinanciable. Para los siguientes años, la decisión puede ser más compleja, pues el precio del petróleo difícilmente generará las sorpresas que hemos visto este año.