Antes del Fin

Somos todas: la fuerza inquebrantable de las mujeres unidas

La historia está llena de mujeres que se negaron a aceptar los límites impuestos por una sociedad dominada por hombres.

A lo largo de la historia, las mujeres hemos tenido que alzar la voz, no por ambición o vanidad, sino por la necesidad urgente de defender lo que hemos ganado con esfuerzo, lágrimas y sacrificios. Las victorias femeninas nunca han sido obsequios; son el resultado de batallas intensas, ganadas en medio de barreras visibles e invisibles. El poder femenino ha sido una rareza incómoda para quienes se ven a sí mismos como los legítimos herederos del poder.

Hoy, en Guadalajara, la historia vuelve a repetirse. Una vez más, las mujeres hemos logrado lo que durante siglos se consideró imposible: Verónica Delgadillo ha sido elegida presidenta de una de las ciudades más importantes de México. Sin embargo, como ocurre con muchos avances femeninos, su triunfo ha sido impugnado constantemente, como si fuera difícil aceptar que una mujer llegue al poder. En respuesta a esta situación, más de 400 mujeres se han unido bajo el pronunciamiento titulado “Guadalajara tiene presidenta, el voto se debe respetar”, para dejar claro que no permitirán que se menosprecie este logro histórico.

Mujeres que abrieron el camino

La historia está llena de mujeres que se negaron a aceptar los límites impuestos por una sociedad dominada por hombres. Eleanor Roosevelt, por ejemplo, enfrentó los prejuicios de su tiempo, no solo como esposa de un presidente, sino como una líder que moldeó la política internacional. Ella no heredó el poder, lo construyó con tenacidad, rompiendo las expectativas de una sociedad que intentaba reducirla a una figura decorativa.

Otra pionera fue Kathrine Switzer, quien rompió moldes al convertirse en la primera mujer en correr el maratón de Boston, a pesar de que muchos consideraban que las mujeres no eran físicamente capaces de soportar tal desafío.

En la ciencia, ejemplos como el de Marie Curie, la primera persona en ganar dos premios Nobel en diferentes disciplinas, destacan por su determinación. Estas mujeres no esperaron a que se les abrieran puertas; las derribaron a fuerza de trabajo y perseverancia.

El poder de lo colectivo

Lo que une a estas mujeres, y lo que nos une a nosotras, es la comprensión de que ninguna de ellas lo logró sola. El verdadero poder de las mujeres no reside en la figura de una heroína aislada, sino en lo que conseguimos cuando trabajamos juntas. Cada victoria femenina ha sido posible gracias a miles de otras mujeres que apoyaron desde las sombras, desde las trincheras invisibles en las que peleamos a diario.

Lo mismo sucede en Guadalajara. Verónica Delgadillo no está sola. Las impugnaciones contra su triunfo no son solo un ataque contra ella, sino contra todas nosotras. Las más de 400 mujeres que han alzado la voz en su defensa lo han dejado claro: cuando una de nosotras es despojada de lo que legítimamente ha ganado, todas perdemos algo. Las lecciones de nuestras predecesoras son claras: no hay espacio para el retroceso.

Nos unimos no por capricho, sino porque la historia nos ha demostrado que juntas somos imparables. Lo que afecta a una, nos afecta a todas. Nosotras, las mujeres que lideramos, que educamos, que luchamos cada día desde nuestras oficinas, laboratorios, calles y hogares, no estamos dispuestas a permitir que nuestros logros sean socavados.

La legitimidad de nuestras conquistas

Es inconcebible que, en pleno 2024, todavía se cuestione la legitimidad del triunfo de una mujer. Esta situación no es nueva. Las primeras mujeres que votaron, las que hablaron en parlamentos y las que lucharon por sus derechos sobre sus cuerpos también enfrentaron la misma resistencia. Lo que vemos hoy en Guadalajara es un eco de esas mismas batallas.

Las victorias de las mujeres no son moneda de cambio en los juegos del poder. No podemos aceptar que se cuestione la capacidad de una mujer para gobernar o que se minimicen sus logros, atribuyéndolos a otros por su género. No lo permitiremos, porque hemos recorrido un largo camino para llegar hasta aquí.

Antes del fin

La historia de las mujeres no es solo la historia de Verónica Delgadillo, ni de Eleanor Roosevelt o Marie Curie. Es la historia de todas nosotras, las que día a día nos levantamos con la convicción de que podemos cambiar el mundo, y que lo haremos juntas. La historia nos ha enseñado que el camino hacia la igualdad nunca ha sido fácil, pero también nos ha dado una lección importante: ya no estamos luchando por demostrar nuestro valor; ahora estamos defendiendo lo que siempre hemos sabido que valemos.

Que la verdad prevalezca, y la unión nos fortalezca.

Nadine Cortés

Nadine Cortés

Abogada especialista en gestión de políticas migratorias internacionales.

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