Antes del Fin

México, de país de paso a sala de espera

El país ya no es solo un corredor de paso, sino un territorio donde los migrantes quedan atrapados.

Durante décadas, la migración en México tuvo un patrón claro: las personas cruzaban rápido, con la mirada puesta en Estados Unidos. Eran caravanas que avanzaban, rutas de tránsito que, aunque peligrosas, terminaban en la frontera norte.

Hoy, ese tránsito se ha convertido en algo muy distinto. México ya no es solo un corredor de paso, sino un territorio donde los migrantes quedan atrapados.

La frontera sur se ha convertido en una gran sala de espera para quienes intentan obtener documentos que les permitan cruzar el país sin ser deportados. En el norte, la frontera con EU ha cerrado aún más sus puertas, dejando a miles varados en campamentos improvisados.

Las cifras confirman el cambio. En 2023, México registró más de 2.4 millones de encuentros con migrantes, el doble que en 2019. Ciudades como Tapachula, Tijuana y Ciudad Juárez han dejado de ser simples puntos de cruce: ahora son zonas de contención.

La pregunta es inevitable: ¿México está preparado para este nuevo rol o seguirá tratando la migración como un problema de seguridad?

De la ruta al estancamiento

México nunca había tenido tantos migrantes varados en su territorio.

Hasta hace dos décadas, la migración en el país estaba dominada por mexicanos que intentaban llegar a EU. Eso cambió con la llegada masiva de centroamericanos y, más recientemente, con el éxodo de venezolanos, haitianos y migrantes de otras regiones como China y África.

El endurecimiento de las políticas migratorias en EU ha sido clave en este giro. Programas como “Quédate en México”, implementado en 2019, forzaron a los solicitantes de asilo a esperar del lado mexicano. A esto se suman las deportaciones aceleradas y acuerdos bilaterales que han convertido a México en un muro de contención.

Pero lo que comenzó como una medida temporal se ha convertido en un modelo permanente. Miles de migrantes quedan atrapados en México, sin poder avanzar ni regresar.

Las ciudades fronterizas, al límite

Los efectos son visibles en los puntos de entrada y salida del país.

En Tapachula, en la frontera con Guatemala, decenas de miles de migrantes esperan documentos para moverse por el país. Muchos acaban atrapados durante meses sin poder trabajar legalmente. En 2023, la ciudad recibió más de 500 mil solicitudes de asilo, una cifra sin precedentes.

En el norte, la situación no es diferente. Tijuana y Ciudad Juárez han visto crecer campamentos improvisados cerca de los cruces fronterizos. A medida que la frontera con EU se vuelve más difícil de atravesar, más migrantes quedan atrapados en México, en condiciones precarias y vulnerables a la violencia.

Los albergues están desbordados, los sistemas de apoyo humanitario colapsados y las redes criminales han encontrado en esta crisis una oportunidad para el tráfico de personas.

A pesar de ello, la estrategia del gobierno mexicano sigue siendo la misma: contener la migración en lugar de gestionarla.

México tiene dos opciones: seguir conteniendo o adaptarse

El país enfrenta una decisión crucial: seguir siendo un muro de contención o asumir un papel estratégico en la migración global.

Algunas naciones han enfrentado crisis similares con modelos distintos. España, por ejemplo, regularizó a más de 500 mil migrantes en 2005, reduciendo la presión migratoria en menos de una década. Canadá y Alemania han optado por integrar a los migrantes en sectores con demanda laboral, estabilizando sus flujos migratorios en 10-15 años.

En cambio, países como Hungría han cerrado sus fronteras y siguen enfrentando tensiones migratorias.

México podría seguir dependiendo de acuerdos con EU para frenar la migración, pero los datos muestran que esta estrategia no ha reducido los flujos. Si opta por un modelo más flexible, con permisos de trabajo y programas de integración, la crisis podría estabilizarse en menos de 10 años.

El tiempo juega en contra.

El futuro migratorio de México

Los flujos migratorios seguirán en aumento. En los próximos años, México no solo enfrentará la llegada de más latinoamericanos, sino también de migrantes africanos y asiáticos.

Las restricciones en EU y Europa han comenzado a desviar las rutas, convirtiendo a México en un punto de destino cada vez más relevante.

Si el país sigue apostando solo por la contención, la crisis podría prolongarse hasta 2040.Si adopta políticas de integración progresiva, podría estabilizarse en menos de una década.

La migración no es un fenómeno temporal. México tiene que decidir si sigue atrapado en la crisis o si se convierte en un actor estratégico en la nueva movilidad global.

El futuro aún no está escrito. Pero la ventana de oportunidad se está cerrando.

Nadine Cortés

Nadine Cortés

Abogada especialista en gestión de políticas migratorias internacionales.

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