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La reforma financiera es una reforma muy amplia. Modificó treinta y cuatro leyes, incluyendo una nueva Ley para Regular las Agrupaciones Financieras, y abarcó varias áreas del derecho: bancario, bursátil, administrativo, mercantil, concursal y judicial.
A partir de la crisis internacional de 2008, en la mayoría de las economías del mundo, y bajo una coordinación de grupos internacionales, se comenzaron a gestar reformas legales a los sistemas financieros, con la finalidad de que no se repitiera un suceso semejante. Dependiendo del grado de avance regulatorio en cada país, se fueron haciendo modificaciones legales con la finalidad de promover mayor seguridad y solvencia en cada sistema financiero, y por tanto se establecieron reglas más estrictas de capitalización, liquidez y otras disposiciones prudenciales.
El sistema financiero mexicano no sufrió las consecuencias de la crisis financiera internacional de la misma manera que otros países, principalmente porque nuestro sistema legal y regulatorio ya contemplaba muchas de las salvaguardas necesarias para tener un sistema financiero sólido -y había seguido un proceso de fortalecimiento a partir de la segunda mitad de los años noventa.
Nuestra reforma financiera tiene la fortaleza de ser una reforma que no fue planteada como reacción a una crisis o para resolver un problema, sino ante la oportunidad que representaba tener un sistema financiero sólido, pero con poca penetración del crédito y con mucho espacio para crecimiento.
Y es precisamente ante dicha oportunidad que el presidente Enrique Peña Nieto impulsó una reforma financiera amplia, que no sólo atienda cuestiones regulatorias derivadas de la evolución del sistema, sino que realmente incentive su desarrollo en beneficio de todos.
Las modificaciones legales buscan principalmente nivelar las relaciones entre las entidades financieras y los usuarios, y establecer un entorno apropiado para que efectivamente mejore la penetración crediticia, el ahorro y también mejore la calidad de los servicios en beneficio de todos los mexicanos.
En este sentido, hay tres beneficios de la reforma que quisiera destacar. Primero, hoy prevalece en el sistema financiero mexicano un ambiente de mayor competencia. Ejemplo de esto es que ahora los usuarios pueden refinanciar sus créditos hipotecarios bajo mejores condiciones, y con menores costos de transacción.
Segundo, para incentivar el ahorro, la reforma modificó sustancialmente el régimen de las sociedades de inversión, flexibilizando su régimen corporativo y estableciendo una arquitectura abierta para que se puedan ofrecer de manera más sencilla productos de ahorro adecuados para todos.
Tercero, con la reforma aumentó la seguridad jurídica en los procesos judiciales, que es un elemento clave para estimular la oferta de crédito. Entre otras cosas se promovieron modificaciones a la Ley de Concursos Mercantiles, para que estos procesos sean más efectivos. Con esto, las empresas que se encuentren en situación de insolvencia tendrán más oportunidades de continuar operando, al poder acceder a créditos para obtener liquidez durante el proceso concursal.
Con estas y otras medidas, la reforma financiera ya ha comenzado a dar resultados que continuarán avanzando en los meses y años siguientes. Estamos convencidos de que hemos emprendido el camino en la dirección correcta, hacia un México más productivo y más próspero.
*El autor es titular de la Unidad de Banca, Valores y Ahorro de la SHCP.