A medida que transcurre el año comenzamos a tener un panorama más claro de cómo avanza el país en cuanto a recuperación económica y el panorama de inversión, ambos marcados por la resiliencia y perseverancia, dos elementos clave que me gustaría resaltar tanto en las perspectivas económicas, como en nuestro enfoque en este mercado como empresa. Los desafíos a los que nos enfrentamos parecen abrumadores, especialmente porque muchos factores parecen sumarse y apuntar hacia un futuro complicado a corto plazo. Sin embargo también se vislumbran señales alentadoras que indican un camino más claro en cuanto a decisiones y resultados para los inversionistas.
Estas señales son por ejemplo el crecimiento del PIB, que superó nuestras expectativas de inicio de año, la falta de cambios en las calificaciones de deuda soberana de México y otros factores que han calmado las preocupaciones iniciales, que eran comprensibles después de un shock global como el que vivimos en 2020. En cuanto a cómo enfocamos la inversión en México, estas señales han reafirmado nuestra convicción de que el país tiene una economía resiliente con sólidos fundamentos.
Si analizamos cómo se han comportado los mercados emergentes en otras crisis, podemos encontrar buenos signos sobre la situación de México, no solo en lo que respecta a su capacidad de recuperación, sino por el hecho de que han ganado importancia de manera constante en la composición de una cartera de inversión equilibrada. Actualmente comprenden el 14 por ciento del universo de acciones mundiales y el 43 por ciento del PIB, según el Anuario de Rendimientos de Inversión Global de Credit Suisse. Los mercados emergentes son inversiones convencionales con un papel clave y una posición esencial en las carteras globales, demasiado importantes para ignorarlos.
Este enfoque, que le da su debida importancia a los mercados emergentes, nos lleva a creer en México como un componente destacado de cualquier inversión en América Latina, un mercado que se analiza y trabaja con los más altos estándares globales, además de que se atiende con las mismas capacidades que otros mercados de países desarrollados.
Sin embargo, hay indicadores que necesitan atención para minimizar el riesgo, los conocemos de sobra y en el primer semestre han estado principalmente vinculados a la inflación; las tasas de inflación general y subyacente mensuales han estado consistentemente por encima de las expectativas desde principios de año. En los primeros cinco meses de 2021, la inflación general acumulada fue del 2.9 por ciento, en comparación con un pronóstico medio del 0.7 por ciento en la encuesta del banco central de diciembre de 2020. Estas tendencias parecen estar firmes para 2021, la inflación anual de precios al consumidor probablemente terminará 2021 en 6.1 por ciento, mientras que la inflación subyacente anual será de 4.5 por ciento.
En una nota positiva, no anticipamos más aumentos en las lecturas anuales y esperamos que la inflación general vuelva al rango de variabilidad alrededor de la meta del banco central en el próximo año, esta evolución positiva estaría en línea con las expectativas de las autoridades y ayudaría a tranquilizar a los inversionistas en mercados emergentes.
En el plano social, la atención a la pandemia, el avance de la vacunación y una tercera ola de casos de Covid-19 presentan los principales desafíos para el desarrollo de la economía. El ritmo de vacunación es lento, con solo 20 por ciento de los mexicanos completamente vacunados y un 17 por ciento adicional que ha sido parcialmente vacunado. Esto deja a México vulnerable a la variante delta, particularmente cuando la movilidad local ya se encuentra en niveles prepandémicos.
Estos datos muestran la capacidad de México como mercado para recuperarse y prosperar a pesar de un panorama desafiante, y al mismo tiempo ayudan a explicar por qué, como país es importante en el escenario global, y en nuestra estrategia, además de solidificar nuestra presencia de más de medio siglo.