El mes pasado, el diario Le Monde publicó una nota reveladora que tituló “México, Vietnam y Marruecos son los nuevos países conectores de la mundialización”, donde analizan que junto con Indonesia, estos países son correas de transmisión dentro de un proceso de globalización ‘engarrotado’ por las tensiones geopolíticas y el auge del proteccionismo.
Mientras que México es uno de los conectores naturales hacia el mercado más grande del mundo, Estados Unidos, Marruecos lo es para Europa y el resto de África.
Al sur del río Bravo han comenzado a llegar empresas de todo el mundo, muchas de ellas asiáticas. Por su parte, en Marruecos se producen más de 700 mil vehículos al año, y cuenta con uno de los puertos más influyentes del mundo, Tanger Med, desde donde se mueven 122 millones toneladas de bienes, la mayor cantidad de contenedores de África y el Mediterráneo, consolidándolo dentro del top 20 a nivel global.
Ahora imaginemos lo que podría suceder si esos dos países ‘conectores’ se unen para generar sus propias cadenas de valor. Aunque la proximidad no solo debe ser geográfica y diplomática, sino también normativa, cultural y lingüística, la mesa está puesta para reimpulsar una nueva etapa comercial, política y turístico-cultural entre México y Marruecos.
Un factor que debe aprovecharse es que ambas naciones tienen la fortuna de organizar consecutivamente la Copa del Mundo de Futbol. Un fenómeno universal que mueve cantidades industriales de recursos. Dentro de dos años, México junto con Estados Unidos y Canadá, serán anfitriones de la mayor competición deportiva internacional, pero dentro de seis años, será el turno de Marruecos, Portugal y España.
Marruecos está creando una infraestructura sin igual rumbo al 2030, quien no solo busca superar el cuarto lugar obtenido en Catar 2022. Va más allá del pódium, al establecer proyectos transversales, multisectoriales y apostar en convertirse en uno de los principales centros globales del comercio y la inversión.
Desde 2019, inauguraron el Centro Mohammed VI de Futbol en Rabat, donde a partir de instalaciones de primer nivel, forman a 16 categorías, incluidas las selecciones nacionales varoniles y femeniles, y cuentan con 45 convenios con asociaciones europeas y africanas. Su director, Hassan Kharbouch, afirmó en exclusiva a un grupo de periodistas latinoamericanos, que uno de sus objetivos es apoyar a talentos desde una perspectiva integral, tomando como base la educación (muchos jóvenes son de escasos recursos).
A pesar de que el Centro Mohammed VI ha recibido a clubes como el Real Madrid, aún no se han estrechado lazos con equipos latinoamericanos. Esto significa una gran oportunidad de desarrollo para instituciones mexicanas de futbol que comparten la misma filosofía, como el Club Pachuca, cuya figura actual es precisamente un marroquí, Oussama Idrissi, y quien en más de una ocasión ha pisado esas instalaciones, al ser convocado por la Selección marroquí.
Sabemos que los mundiales de futbol trascienden lo futbolístico, por ello Marruecos ya impulsa proyectos a gran escala para que, a partir de la infraestructura que ya se construye, sea sede y lidere proyectos tanto deportivos como culturales. Así lo reconoció el ministro de Juventud, Cultura y Comunicación, Mohamed Mehdi Bensaid, quien recientemente estuvo en México y ahora nos comparte desde sus oficinas en Rabat, que estos grandes planes globales dependen de un Consejo Ministerial, que permitirá además, reformular la industria cultural y organizar otros torneos, como la Copa de África 2025. A su vez, todo ello impulsará a Marruecos en ser un polo global de nuevas inversiones.
Marruecos ya construye tres grandes estadios en Tánger, Marrakech y Agadir, y otro más que coronará las sedes mundialistas, el Gran Estadio de Casa Blanca, cuya capacidad será de 115 mil aficionados, convirtiéndolo en el coloso más grande del mundo y a la par de los más modernos. Este recinto se convierte en el favorito para albergar la final de la Copa del Mundo 2030, aunque claro, tendrá fuertes rivales como el Santiago Bernabéu, de la capital española.
Dos países que los une el Trópico de Cáncer y que para los mexicanos es tan fácil llegar a Marruecos, como lo es aterrizar en España o Francia, y viceversa. Además, los puertos de Tanger Med y el de Dajla (en proceso de construcción), son puntos estratégicos naturales para inversionistas visionarios que se atrevan a comerciar a través del Atlántico usando los puertos de Matamoros, Tampico o Veracruz.
Los mundiales de futbol representan una clara oportunidad para fomentar inversiones, comercio y turismo. Por ello es tiempo de que México y Marruecos se alineen, y se conviertan en dos países que, juntos, muevan al mundo.
México, bajo un nuevo liderazgo de la mano de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, y Marruecos, cuyo desarrollo es notorio, gracias a la postura visionaria del Rey Mohamed VI, deben pasar a otro nivel de relaciones, pero de eso, ya hablaré en mi próxima columna.