Como todas las entrevistas de don Julio Scherer García, la que le realizó a Ismael El Mayo Zambada, es imperdible. No obstante, ésta fue de las más impactantes en la opinión pública por la aventura y decisión de ir hasta la guarida de un criminal invencible, hasta ese momento.
Nuevamente, ese trabajo periodístico vuelve a cobrar relevancia absoluta tras la detención, finalmente, del narcotraficante más poderoso de México al operar uno de los cárteles con mayor influencia en el mundo.
En ese trabajo, cual si fuera guion de cine, ofreció pinceladas para delinear a ese hombre que nunca había sido detenido y que desafiaba a las autoridades nacionales y extranjeras al salir en la portada de la revista política más influyente de México. Proceso publicó en abril de 2010 una foto hipnotizante, tomada por uno de los ‘guardaespaldas’ del capo, donde se ve a El Mayo, abrazar al hombre cuya pluma fue la más influyente del periodismo en México.
En la página cinco del entonces semanario, cuando a tirabuzones el periodista le comenzaba a exprimir respuestas, preguntó: “¿Teme que lo agarren?”. A lo que el líder del Cártel de Sinaloa, respondió: “Tengo pánico de que me encierren”. Don Julio reviró: “¿Si lo agarraran, terminaría con su vida?”. El criminal dijo: “No sé, si tuviera los arrestos para matarme. Quiero pensar que sí, que me mataría”. Varias preguntas después, concluyó El Mayo: “hasta hoy no ha aparecido por ahí un traidor”.
El pasado jueves 25 de junio, finalmente fue detenido El Mayo Zambada en Texas, después de un misterioso operativo en el que también estuvo presente uno de los cuatro hijos del Joaquín El Chapo Guzmán. Según el abogado de El Mayo, y retomando aquella premonición que hiciera en 2010, finalmente apareció el “traidor”.
Según el abogado de Zambada, Frank Pérez, su cliente fue secuestrado por el hijo del Chapo, a quien le dicen El Güero y nunca pretendió entregarse. Otras filtraciones a medios estadounidenses comentan que Guzmán López llevaba meses negociando con integrantes del Departamento de Seguridad Nacional y del FBI.
Precisamente el secretario Alejandro Mayorkas, quien dirige el Departamento de Seguridad Nacional, aseguró que la administración de Joe Biden había logrado, con ambas capturas, un acto sin precedentes para combatir el tráfico y daños que genera el fentanilo en EU. Afirmó que ambos líderes del Cártel de Sinaloa se encuentran “bajo custodia” para enfrentar a la justicia dentro de los Estados Unidos.
Difícil pensar que no fue una entrega negociada. Mayorkas nunca habló de una detención ni arresto. No hubo operativos de seguridad donde participara el Ejército o la Marina ni agentes de la DEA ni helicópteros ni mucho menos tanques, lo que suele suceder ante incursiones sorpresa para detener a altos criminales, como lo fue por ejemplo, la captura de El Chapo Guzmán, o su otro hijo Ovidio Guzmán López, con quién al parecer hicieron un enroque, pues a la prisión en la que se encontraba preso en Chicago, entró El Güero, mientras que Ovidio fue reubicado a otro lugar aún desconocido.
Mientras todo eso pasaba, el gobierno de México no se enteraba de nada. En ningún comunicado oficial de las diversas instancias o funcionarios estadounidenses se menciona algún tipo de participación de las fuerzas de seguridad de México. ¿Madruguete? ¿Desconfianza de las autoridades de Estados Unidos? Incluso se podría entender como una falta de respeto a la supuesta relación de buena vecindad.
La inteligencia y servicios secretos estadounidenses hicieron su trabajo, cuyo objetivo presume ser detener la pandemia de muertes ocasionadas por el fentanilo. Difícil de creer, porque como dijera El Mayo Zambada, “si me atrapan o me matan, nada cambia”. Incluso se presume que su hijo Ismael, Mayito Flaco Zambada, es quien opera los multimillonarios envíos de esta droga, que tiene en jaque a varios estados de la Unión Americana.
Del otro lado de la moneda, hablando de traiciones, se encuentran Los Chapitos, actualmente el líder de esta facción es Iván Archivaldo Guzmán Salazar, mientras que su hermano, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, también se encarga de la venta de fentanilo, cocaína y metanfetamina.
Quizá el proceso electoral ha tenido mucho que ver. Las detenciones de este calibre tienen impacto en las boletas, que en Estados Unidos serán cruzadas en las presidenciales del próximo noviembre.
“Aunque la traición aplace, el traidor se aborrece”, dijo Cervantes en el capítulo XXXIX de su monumental Don Quijote de la Mancha. Bajo esta lectura y mientras el desorientado gobierno de México le encarga a la FGR investigar lo sucedido, todo indica que se perpetraron dos traiciones: la de la familia Guzmán a la familia Zambada, y la del gobierno estadounidense al mexicano. Porque como también dice el refrán, “más vale pájaro en mano que buitre volando”.