Trópicos

Sociedades indefensas

La incapacidad para negociar la liberación de todos los rehenes le ha costado al primer ministro, Benjamín Netanyahu, manifestaciones de su propia gente.

Cuando se vive un conflicto armado, la sociedad siempre es la que más pierde. Al respecto, los gobernantes, más allá de su ideología, carisma, ego o capacidad, no son más que individuos que definen estrategias para ganar la guerra. Pero en muchas ocasiones, sus errores de cálculo afectarán directamente a gente inocente.

Priorizar qué se debe obtener y a costa de qué, según sus intereses personales, es una de las tareas más delicadas que el gobernante tendrá que definir en una guerra de cualquier índole. Dice Sun Tzu en El arte de la guerra, “si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo”.

Además, si los gobernantes minimizan al oponente, a los medios de información, a su misma gente, cometerán un primer error táctico, y ese le llevará a perder el control, y muy probablemente el poder a un costo muy elevado, reflejado en la muerte de gente inocente.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, vive un complejo escenario después de que su sociedad padeciera una de las más traumáticas e injustas desgracias desde la Segunda Guerra Mundial, cuando el 7 de octubre de 2023, terroristas del grupo armado, Hamás, perpetró un horrendo ataque en territorio israelí, matando a más de mil personas inocentes y secuestrando a más de un centenar de personas de diversas nacionalidades.

Las fallas en la inteligencia israelí y la sorpresa del ataque causada en sus funcionarios (lo dijo abiertamente el ex primer ministro, Naftali Bennett), fueron contrarrestadas con una ofensiva virulenta hacia la Franja de Gaza. Un día después de esa respuesta, por parte de Netanyahu, comenzaron a contarse por miles las víctimas civiles palestinas.

Paralelamente a esos hechos sin precedentes de muertes de civiles de ambos lados, una de las gestiones que han quedado abiertas y en entredicho ha sido la liberación total de los rehenes en manos de Hamás.

La incapacidad de resolverse oportunamente y lograr negociar la liberación de todos le ha costado al primer ministro, Netanyahu, manifestaciones de su propia gente que lo tiene en estos momentos, no solo bajo un desgaste absoluto y voces que piden su dimisión, sino sobre un escrutinio de los especialistas respecto de si su estrategia fue la adecuada.

Hasta el momento no ha superado ningún obstáculo desde ese 7 de octubre. Al contrario, y como siempre, quien ha perdido es la sociedad civil. Uno que otro líder de Hamás muerto, un territorio devastado, pero miles de niños y niñas que a diario mueren y decenas de rehenes que aún tiemblan entre la obscuridad.

Desde el ataque de Hamás, los terroristas capturaron a mujeres y niños, personas adultas mayores y hombres de diversas nacionalidades. A finales de 2023 hubo una primera tregua entre Hamás e Israel, donde liberaron a 105 rehenes capturados por los palestinos, mientras que Israel entregó a varias decenas de prisioneros.

Después, el Ejército israelí solo ha podido rescatar a ocho de los 251 secuestrados originalmente, incluso, mató a tres de ellos, es decir, de su propia nacionalidad, por error. Una condena más a las fuerzas de inteligencia y militares de Israel.

A partir de movimientos hacia la nada y mesas de negociaciones que cada vez se complican más, Israel se adentra a la aniquilación total de los palestinos en la Franja de Gaza sin importar si son niñas, niños o mujeres; aunque también es cierto que Hamás forma parte de esa corresponsabilidad al usar a los civiles como escudos para la protección de sus milicias.

Lamentablemente, ahora los terroristas respondieron por la parte más sensible y dolorosa, matando inhumanamente a seis rehenes: Ori Danino, Alexander Lobanov, Carmel Gat, Almong Sarusi, Eden Yerushalm y Hersh Goldberg-Polin. Cuatro hombres y dos mujeres que tenían entre los 23 y 40 años, y cuyos cuerpos fueron descubiertos en un túnel a menos de un kilómetro de distancia, de tropas israelíes.

La recuperación de los cuerpos sucedió apenas el pasado fin de semana, al mismo tiempo que la indignación de la sociedad israelí se desencadenaba contra su primer ministro, por su incapacidad de desarrollar estrategias que permitan la liberación de los rehenes. La gente acusa a Benjamín Netanyahu de bloquear un acuerdo de alto el fuego, que permitiría la liberación de rehenes. Según The Guardian, se estima que más de 100 mil personas salieron a protestar el pasado domingo, tan solo en Tel Aviv.

Entre la vida o la muerte, hay decenas de rehenes. Según Netahyahu, “Hamás todavía mantiene secuestrados a más de 100 rehenes, incluidos cinco ciudadanos británicos”. Y es que la comunidad internacional también ha comenzado a criticar sus estrategias y la toma de decisiones.

Y con ello su mayor aislamiento. Reino Unido decidió suspender la venta de armas a Israel por el incumplimiento, dentro del derecho internacional, de sus operaciones militares en la Franja de Gaza. A esta postura se sumó la voz de Joe Biden, quién criticó al gobierno judío de no hacer lo suficiente para rescatar con vida a los rehenes. Recordemos que dentro de los seis recientes asesinados, Hersh Goldberg-Polin era israelí-estadounidense. Es tiempo de reorientar las cosas en Medio Oriente, y para ello se deben hacer ajustes de inmediato. La sociedad civil no puede estar padeciendo una guerra como siempre.

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