Trópicos

Se le alinean las estrellas a Trump

Sabemos que las intenciones de Donald Trump son colonialistas en el sentido de que quiere hacer de EU el país dominante, la superpotencia sin sombras.

Cada día que pasa, Donald Trump logra sumar puntos positivos a lo que presume podría ser un gobierno que transforme el mundo, aunque es muy difícil analizar si para bien o para mal.

Muchos analistas internacionales consideran que todos los dichos de Trump previos al 20 de enero próximo, cuando asuma bajo un poder inmenso el gobierno de Estados Unidos, son de dientes para afuera, es decir, que son mensajes que van dirigidos a su base electoral, pero sin efectos reales de que se concreten.

¿Acaso es en serio la idea de que Canadá sea el estado 51 de la Unión Americana? ¿Acaso desterrará a cientos de miles de indocumentados que soportan parte de los trabajos más difíciles en Estados Unidos? ¿Acaso impondrá aranceles a México, China y al mismo Canadá, generando un colapso en el comercio y en los precios de cientos de productos? ¿Acaso es coherente su idea de comprar Groenlandia? ¿Acaso el canal de Panamá será su nuevo juguete geopolítico en América Latina? ¿Acaso con un tris detendrá las guerras en Ucrania y Oriente Medio?... ¿Acaso, acaso…?

Lo cierto es que, al tratarse de Trump, todo y nada puede suceder. Por ello, y sin confiarse, hay que tomar las cosas con calma. Las circunstancias del mundo y de él personalmente son muy distintas respecto a la primera vez que gobernó.

Ahora nos encontramos inmersos en varias crisis, y al mismo tiempo, la sociedad estadounidense se siente vulnerable ante la falta de crecimiento económico que le ha restado capacidad para crear empleos. En materia de seguridad, enfrentar amenazas terroristas o bien frenar la venta de drogas sintéticas que matan a cientos de estadounidenses al día. No se diga la división que viven las y los estadounidenses. Resultado de ello son los fieles acólitos de Trump, pero también quienes lo ven como un político carente de sentido para gobernar, o cuya ideología es rechazada por sectores radicales; recordemos el atentado que sufrió en plena campaña.

El discurso de campaña que empleó Trump logró infundir miedo, pero al mismo tiempo, esperanza. Sus desfachatados mensajes han permitido crear una nueva marca: Make America Great Again, mejor conocida como MAGA. Bajo esa inercia, y múltiples presiones en diversos escenarios, que van desde los medios de comunicación hasta las instituciones del Estado, como el Poder Legislativo y Judicial; hasta los empresarios, a los que ha doblegado, sobre todo al sector de nuevas tecnologías, que de ser opositores pasaron a ser subsidiarios o donantes de sus emprendimientos.

Ahí tenemos a Mark Zuckerberg, quien ahora se reúne con Trump en Mar-a-Lago. No se diga el papel de influencia de Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, quien está fungiendo de facto como un vicepresidente.

Lo cierto es que Trump tiene un gran bufete de platillos, de dónde seleccionar sus ingredientes para llegar a sus objetivos.

Su última idea es cambiar el nombre del Golfo de México, al de ‘Golfo de América’. Simbolismos que importan porque son parte de las identidades. En el caso de Trump, sabemos que sus intenciones son colonialistas en el sentido de que quiere hacer de Estados Unidos el país dominante, la superpotencia sin sombras, el que controla las decisiones globales, peor aún para México y Canadá, las regionales. Propone anexarse o comprar territorios, quiere asumir el control de áreas estratégicas para el comercio, quiere imponer condiciones en fronteras, busca impulsar y alimentar perfiles y liderazgos en otros países; ahí tenemos el caso de Javier Milei, a quien apapacha a su antojo mientras significa tener un aliado central en Sudamérica.

El tema central al cual le debe dar seguimiento puntual el gobierno de México es al exacerbado ímpetu de Trump de nombrar terroristas a los cárteles que están asentados en nuestro país, pero que operan en gran parte del mundo. Ese ímpetu por involucrarse en las decisiones internas de otros países, de manera unilateral, como lo sucedido en la detención del Mayo Zambada, debe ser un asunto de alta preocupación, ya que, de concretarse, no solo se verá amenazada la independencia en materia de seguridad nacional, sino que servirá de pretexto para emprender medidas más radicales como, por ejemplo, cruzadas para enfrentar el terrorismo global a costa de condicionantes imposibles de cumplir por sus países vecinos.

¿Qué debemos de esperar y qué no de Trump? Está por verse a partir de este 20 de enero, pero antes de comenzar a comernos las uñas, es imperante que el Estado mexicano ejecute estrategias diplomáticas y de negociación con las mejores mujeres y hombres que, más allá de la ideología, utilicen los argumentos y leyes para convencer de que hay caminos que a todos deben beneficiar bajo las buenas prácticas del multilateralismo.

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